Ya he comentado en alguna ocasión que para mí, entrenar e ir al gimnasio no es un hábito fácil de coger porque el ejercicio físico no me atrae especialmente. Intelectualmente comprendo sus beneficios, pero a la hora de ponerme nunca me apetece, cuando me pongo no me apetece seguir, y cuando termino, no me apetece repetir.
Aun así, he conseguido crear ese hábito y durante varios meses lo hice a primera hora de la mañana. Bien temprano, antes de que fuesen las 8 de la mañana, allí estaba yo, sudando como el cochinillo sonrosado que parezco cuando entreno. Estos son algunos de los trucos y formas de motivarme que comprobé (para mi sorpresa) que funcionaban.
Ten claro por qué entrenas
Si ya tienes el hábito de entrenar quizá no te haga falta, pero si no, te aseguro que un objetivo claro es de gran ayuda: perder peso, ganar fuerza, combatir la ansiedad, mejorar en este o en otro deporte... Es mucho más fácil salir de la cama y calzarse las zapatillas si tienes en mente por qué lo estás haciendo y es algo concreto, no un simple "ponerme en forma".
Y ten claro cómo vas a entrenar
¿Vas a correr 5 kilómetros? ¿O mejor una clase de spinning? ¿Tienes una tabla de ejercicios? ¿O piensas nadar 10 largos en la piscina?
Saber qué vas a hacer en el gimnasio cuando llegues allí también es una forma de animarte a levantarte. No quiere decir que no puedas salirte en absoluto de tu plan marcado, pero llevar una idea de lo que te toca hacer hoy evitará que la incertidumbre te venza y termines saltándote el entrenamiento.
De hecho, planifica la semana entera
Es aun mejor si planificas la semana completa, porque así cada sesión de entrenamiento forma parte de un plan mayor y te dará más rabia saltarte cada una de ellas. Dedica un rato el domingo a planificarte, e incluye los días de descanso.
De nuevo, esto no quiere decir que tengas que cumplirlo a rajatabla, permítete cierta flexibilidad para imprevistos. Pero con un plan en la mano es más fácil no rajarse.
Déjalo todo listo la noche anterior
Si además de madrugar para el gimnasio tienes que prepararte la bolsa de deporte, aumentan las probabilidades de que al final no hagas ni una cosa ni la otra. Por si acaso, déjalo todo listo la noche anterior: ropa, zapatillas, toalla y útiles para la ducha... lo que necesites. Así por la mañana solo tendrás que coger la bolsa y enfilar al gimnasio.
El gimnasio para ti solo
Y si no para ti solo, al menos sabes que yendo a esas horas intempestivas no tendrás que esperar para utilizar ninguna máquina y que la zona de pesas estará mucho menos concurrida. Si eres de los que odia socializar en el gimnasio, este es el mejor momento del día para que pases por allí.
Nada espabila como un buen entrenamiento
Si te has levantado y has ido al gimnasio, ya has conseguido la primera parte. Ahora, sacúdete el sueño de encima y a darlo todo. Descubrirás que no hay nada que espabile mejor que un buen entrenamiento.
Tampoco hay nada que haga sentirse mejor. El ejercicio físico ayuda a nuestro cuerpo a generar sustancias relacionadas con los niveles de autoestima, de estrés y de felicidad en general.
Hasta yo, que no disfruto especialmente con el ejercicio físico, tengo que reconocer que hay pocas cosas que me hagan sentir mejor que empezar el día haciendo ejercicio físico.
Lo más difícil ya está hecho
Este es sin duda mi argumento favorito para convencerme de ir a entrenar a primera hora. Precisamente porque el ejercicio no me gusta demasiado, los días que voy al gimnasio me los paso refunfuñando porque me toca gimnasio.
¿Sabéis cuál es, para mí la única forma de evitarlo? Precisamente esa: hacerlo lo primero del día, según me levanto. Los días que entreno a primera hora, cambio los refunfuños por orgullo propio, endorfinas por las nubes y sí, un poquito de cansancio. Pero el entrenamiento está hecho y yo puedo quitármelo de la cabeza el resto del día.
No te olvides de presumir
Si te apetece, presume de tu pequeña hazaña. Hazte un selfi, o sube tu marca diaria a las redes sociales. Alardea de lo temprano y lo bien que has entrenado. ¿Por qué no? Te ha costado un esfuerzo y lo has superado, ¡muéstralo con orgullo!
Cómplétalo con un buen desayuno
El desayuno no es, como llevamos años oyendo, la comida más importante del día, pero después de un buen entrenamiento, un desayuno a base de leche, fruta fresca, cereales integrales y un poco de jamón serrano a mí me ayudaba a seguir el día con buen pie.
Por si acaso a ti también te ayuda a entrenar con ganas, aquí tienes decenas recetas de desayunos saludables en distintos formatos con los que completar la rutina mañanera.
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en septiembre de 2018 y ha sido revisado para su republicación
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