Los deportes de agua, practicados con las debidas medidas de seguridad y distancia social, son una buena alternativa para ponernos en forma en verano. Entre ellos, el paddle surf es una de las opciones que podemos encontrar, accesible a todos los públicos y que nos hará pasar un rato divertido mientras nos ejercitamos.
En la mayoría de playas podemos encontrar escuelas de paddle surf, que también trabajan con otros deportes acuáticos, donde nos proporcionarán un alquiler de tablas, remos, chalecos y neoprenos en caso de ser necesario, y nos darán las primeras lecciones para disfrutar de las olas.
Iniciarnos en el paddle surf es relativamente sencillo: antes de nada practicaremos con la tabla en la arena para aprender los gestos que nos permitirán levantarnos sobre la misma cuando nos encontremos en el agua. Una vez aprendido esto, podemos introducirnos en el mar para ponerlo en práctica en mojado: será un poco más complicado, ya que las olas del mar y el agua en sí generarán una inestabilidad en la tabla que nos hará trabajar nuestro core a tope.
El paddle surf supone un trabajo completo de todo nuestro cuerpo: nuestro core se mantendrá activado en todo momento y nos ayudará a mantenernos de pie en equilibrio sobre la tabla. Nuestras piernas, que irán siempre ligeramente flexionadas, realizan un buen trabajo isométrico mientras estamos de pie.
La espalda y los brazos ganan protagonismo cuando comenzamos a remar: el agua del mar ejercerá una cierta resistencia sobre el remo al moverlo dentro del agua. De este modo, trabajaremos tanto los músculos de estas zonas del cuerpo como la movilidad y estabilidad de nuestra cintura escapular.
Una vez dominemos los movimientos básicos, podremos disfrutar del agua y el sol (importante no olvidar el protector solar, que sea resistente al agua, cuando practicamos este tipo de deportes) y realizar pequeñas travesías a remo o incluso pequeñas carreras con nuestros amigos.
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