Aunque pasen los años el spinning o ciclo indoor sigue siendo una de las disciplinas más demandadas en los gimnasios: las clases se llenan día tras día de todos los adeptos que, después de un período de adaptación (más corto o más largo) ya no pueden vivir sin pedalear.
Y es que la música disco a todo volumen, el sentimiento de entrenamiento en grupo (aunque no exista interacción entre los asistentes), el esfuerzo coral al subir una montaña fictica y, sobre todo, las endorfinas que segregamos en una clase hacen del spinning una disciplina adictiva. No solo es buena para nuestro organismo: también nos enseña grandes lecciones que podemos aplicar a nuestro día a día como las tres que te presentamos a continuación.
La postura es lo más importante: en la clase de spinning y fuera de ella, una postura correcta maracará la diferencia entre pasar 45 minutos sufriendo o disfrutando. Dentro de la clase de spinning llevar una buena postura nos ayuda a trabajar exactamente los músculos que queremos (y eso, además de piernas y glúteos, incluye también a nuestra faja abdominal); fuera de la clase una buena postura sigue siendo primordial cuando caminamos, mientras estamos sentados frente al ordenador o en cualquier otro deporte.
La paciencia es una virtud (y la perseverancia también): llegas el primer día a la clase de spinning y es muy probable que no puedas hacer más de 15 minutos seguidos. El resto de la clase la pasas sentado sobre tu bici y pedaleando a tu ritmo. Pero después de unas semanas ya notas como puedes aguantar mucho más y puedes ir siguiendo todas las indicaciones del profesor: la clave está, como muchas cosas en esta vida, en ser paciente y perseverante. ¡No te rindas después del primer día!
El grupo hace la fuerza: ¿habéis probado alguna vez a hacer una clase de spinning solos? Te montas en la bici, te pones la música y probablemente a los pocos minutos estarás extrañando las frases de ánimo de los compañeros, las indicaciones del profesor y el ambiente de fiesta que se respira en estas clases. En medio de una clase de spinning, rodeado por tus compañeros, sigues dando pedales aunque creas que ya no puedes más: el mismo grupo, aunque nadie te diga nada, te anima a continuar y a dar lo mejor de ti. Sentirte parte de un grupo y compartir experiencias, hagas lo que hagas (entrenar, ser fan de un músico o de una película, seguir una dieta) te hace más fuerte: unidos es siempre mejor.
En una clase de spinning también puedes aprender que, te dediques a lo que te dediques, la técnica es primordial y puede ayudarte a maximizar tus resultados. También que cuidar los detalles, como la correcta colocación de manillar y sillín, antes de empezar a darlo todo puede marcar una gran diferencia en el resultado final.
Son muchas las cosas que podemos aprender del deporte y que podemos llevarnos a nuestra vida diaria, ¿con cuál te quedas tú?
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En Vitónica | Cinco cosas a tener en cuenta en tu primera clase de spinning
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