Porque es un fallo bastante común comprarse unas zapatillas o botas nuevas para hacer una ruta de senderismo o de trekking y estrenarlas el mismo día. Una bota sin estrenar o no usada en mucho tiempo está rígida y no se adaptará bien a nuestro pie, lo que al final se traduce en ampollas, rozaduras e incomodidad.
Mínimo hay que probarlas durante dos semanas antes, y mejor si es todos los día un rato, de forma progresiva. Así la bota o zapatilla se irá adaptando poco a poco a nuestro pie y el día que tengamos que exprimirlas no habrá sorpresas.
Unas botas nuevas pueden ser el peor enemigo del senderista, con sólo una ampolla o rozadura que nos hagan pueden fastidiarnos todo el día, y si la ruta es de varios días ni te cuento. Además la bota nueva no es tan flexible ni ofrece al máximo todas sus propiedades cuando está nueva, es como un neumático de moto, primero hay que calentarlo y probarlo un par de vueltas y luego exigirle todo lo que queramos.
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