Spartan Race: ¡Vitónica es espartana!

El pasado sábado, después de meses de entrenamiento y unos días de muchos nervios, por fin llegó la hora de disfrutar de la Spartan Race en Madrid: la convocatoria más grande de esta carrera en Europa, con 8000 espartanos disfrutando del deporte y retándose a sí mismos. No podíamos faltar, así que me dirigí a Rivas (nuestra Esparta particular) con muchas ganas de hacerle sombra a Leónidas.

La Spartan Race es una de las carreras de obstáculos más famosas, tanto por su dureza como por su diversión. Se puede correr por equipos o de forma individual en cualquiera de sus tres variantes: Sprint (5 kilómetros y 15 obstáculos), Super (13 kilómetros y 25 obstáculos) y Beast (20 kilómetros y 26 obstáculos). En Madrid se celebraron las dos primeras, y yo opté por la Sprint para ir abriendo boca.

Los primeros kilómetros: carrera, barro y polvo

Tras unos minutos de calentamiento y motivación (¡Arooooooooo!) a las cinco de la tarde comenzamos la carrera. Para comenzar, unos cuantos obstáculos consistentes en muros para saltar por encima (gracias a mi equipo, que me echó una manita) y pasar por debajo.

Tras esto, mucha carrera por el monte que, personalmente, fue lo que peor llevé. Salgo a correr esporádicamente, y además siempre sobre asfalto y en terreno bastante llano: correr por el monte es algo totalmente distinto, y subir unas buenas cuestas me dejó baldada. Iba con miedo porque había bastantes piedras y los tobillos son uno de mis puntos flojos, pero no valía quejarse, que para algo somos espartanos.

Llegaron los primeros obstáculos de barro: unas fosas que se podían atravesar bien caminando (poco recomendable, ya que el barro estaba fresco y se te hundían los pies; de hecho, más de uno perdió una zapatilla) o bien rodando. Sin dudarlo un momento, lo más práctico es "hacer la croqueta", ¡y lo más divertido!

Unos cuantos kilómetros de subidas y bajadas por el monte que me dejaron las rodillas tiritando y otras pruebas de salto y de carga antes de llegar al meollo de la carrera, ¡preparada para las pruebas!

Las pruebas espartanas, un divertido desafío

Llegué cansada al audtorio donde tenían lugar la mayoría de los retos, pero con muchas ganas de ponerme a prueba. Lo primero, la jaula de los monos: sin problema, de hecho la próxima vez que corra prometo hacer una dominada en la última barra. Corre que te corre y continuamos con las pruebas: lanzamiento de jabalina. Ahí pinché, aunque en mi defensa diré que jamás había hecho eso antes; no pasa nada, 15 burpees (en la modalidad Sprint son 15, mientras que en la Super son 30) y seguimos para adelante.

Distintas pruebas de cargar peso subiendo y bajando escaleras, izar un peso con una polea, subir por una escala, cruzar un puente con cuerdas, arrastre con alambres, trepar por la cuerda (ahí volví a pinchar, y me dio muha rabia porque antes ya había subido la cuerda de los bomberos, de 6'5 metros y sin nudos... otros 15 burpees)... Y la mejor prueba de todas: ¡arrastre por el barro! Debían de ser unos 10 ó 15 metros, pero a mí me parecieron 200: me enganchaba con el alambre, no avanzaba... ¡Pero divertidísimo!

Hasta las orejas de barro sólo quedaba subir la rampa con cuerda, bajar y, por último, saltar las brasas para llegar a la línea de meta y que me dieran mi merecida medalla, ¡que me la había ganado!

Mi experiencia en la Spartan Race

En conjunto fue una experiencia muy positiva, sobre todo por el compañerismo y el buen rollo que había en el evento: los compañeros te ayudaban, los voluntarios te daban ánimos, los espectadores te jaleaban... Un muy buen ambiente durante toda la prueba. Para la próxima (porque repetiré seguro) tendré que preparar mejor la carrera, ¡y la trepa de soga seguro que no se me resiste!

¡Una experiencia para repetir!

Imágenes | Reebok
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