Grasas saturadas: ¿no tan malas como parecen?


Hace ya algún tiempo que sabemos que no todas las grasas son nocivas en nuestra dieta, sino que solemos diferenciar las grasas insaturadas de aquellas saturadas y considerar a éstas últimas, las más nocivas para el organismo, sin embargo, datos y estudios de los últimos años pueden cambiar esta idea, entonces, las grasas saturadas: ¿no son tan malas como parecen?.

Siempre se ha dicho que un alto consumo de grasas saturadas se asocia a mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares, pero el estudio de poblaciones ancestrales como los Masai, Esquimales, Tokelau o Kitavanos, que consumen elevadas cantidades de este tipo de grasas, demuestra lo contrario, por ello ahora ponemos en duda el rol negativo de las grasas saturadas.

Si bien no se sabe porque estas poblaciones que consumen gran cantidad de grasas saturadas no tienen alto índice de enfermedades cardiovasculares, se creyó que estaban adaptadas genéticamente a su consumo, algo que se descartó cuando empezaron a tener vidas más occidentales y allí sí, sufrieron problemas de salud. Además, también se pensó en que dependía del frío exterior el alto consumo de grasas por parte del organismo que impedía su depósito y con ello sus problemas, sin embargo, en África no hay temperaturas bajas y aun así, el alto consumo de ácidos grasos saturados no tiene consecuencias malas sobre la salud.

En definitiva, aun se estudia la relación entre grasa saturada y problemas cardiovasculares, pero claro, aunque algunas poblaciones si presentan asociación, otras no lo hacen, y quizá esta diferencia se deba a que no sólo dependen de las grasas saturadas las posibilidades de sufrir un evento cardiovascular.

Lo que quiero decir es lo siguiente: un estudio puede ver que un alto consumo de grasas saturadas se presenta conjuntamente a un gran porcentaje de afectados del corazón, pero esto no quiere decir que las grasas saturadas produzcan el problema de salud, sino que los factores que inciden en su desarrollo pueden ser muchos y quizá allí esté la clave de la confusión.

Es decir, si una persona consume muchas grasas saturadas pero tiene un alto gasto calórico, consume mucha fibra, y no posee hábitos tóxicos, es probable que las grasas saturadas no sean suficientes como para enfermar a dicha persona, pero si por el contrario nos situamos en una típica vida actual, con bajo gasto calórico, alto estrés, hábito tabáquico, consumo de alcohol, poco ejercicio y muchas grasas saturadas y trans, con mala dieta en general, es claro que las condiciones cambian y las probabilidades de tener un problema de salud aumentan.

Entonces, es probable que las grasas saturadas no sean tan malas como parecen, pero aun así, debemos tener en cuenta que disminuir los factores de riesgo para sufrir problemas de salud redunda en mayores beneficios, por lo tanto, cuidar la dieta en general, reducir hábitos tóxicos, moverse más y descansar adecuadamente, es fundamental para que cuando consumimos una comida alta en grasas no sea tan nociva como podría resultar en un marco diferente.

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Imagen | D’Arcy Norman y Lorda

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