Ya desde hace un tiempo una clara diferenciación entre grasas buenas para la salud y grasas con efectos negativos en el organismo. Se sabe que éstas últimas deben presentarse en menores cantidades que las primeras, pero las grasas de la dieta deben estar en cantidades moderadas, aún cuando sean grasas buenas.
Es decir, en el intento de diferenciar grasas sanas de grasas nocivas para la salud, nos olvidamos que las grasas totales en la dieta no deben aportar más del 35-40% de la totalidad de las calorías ingeridas. Por ello, tampoco debemos abusar de las grasas buenas.
Además de ser más concentradas energéticamente y de aportar en poca cantidad muchas calorías, lo cual fácilmente puede alcanzar la cifra antes dicha, las grasas agregan palatabilidad y sabor a las comidas, por lo que al intentar reducir las grasas totales los platos parecen menos sabrosos, mientras que cuanto más grasas comemos, más queremos.
Por todo ello, recordamos que las grasas de la dieta deben estar en cantidades moderadas, aún cuando se trate de grasas buenas. Es decir, además de atender a la calidad nutricional de las grasas, no debemos descuidar la cantidad de las mismas en la dieta.
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