Una de las preguntas que se hace la gente que quiere bajar de peso sin duda es el por qué nos cuesta tanto quemar la grasa, y por el contrario en cuanto descuidamos un poco la dieta y dejamos de lado el deporte pasando a tener una vida más sedentaria esta se acumula con extrema facilidad en sitios estratégicos.
Quizá no deberíamos llegar nunca a plantearnos esa pregunta, ¿porqué nos cuesta tanto quemar la grasa?, bien porque tenemos un metabolismo increíble, bien porque somos personas muy activas o bien porque seguimos una vida muy equilibrada, sana y ordenada pero en la actualidad un alto porcentaje de la población tiene sobrepeso.
La evolución
El ser humano ha evolucionado durante los últimos 10.000 años con el único fin de que el cuerpo fuera capaz de almacenar la grasa como reserva energética, para que en el momento de la llegara la escasez de alimentos tuviéramos la energía suficiente para poder seguir adelante.
Pero hoy en día la escasez de alimentos no existe (salvo en situaciones de pobreza de las cuales no vamos a hacer referencia) y brilla por doquier la abundancia de alimentos energéticos. El ser humano ha evolucionado sin pensar en que en este futuro iban a existir supermercados, hamburgueserías y restaurantes a disposición de cualquiera
No hace tantos años, digamos que hace tres generaciones, nuestros antepasados, para comer un buen plato de jamón debían de trabajarlo de lo lindo, plantar el cereal, segarlo, recogerlo, alimentar al cerdo, hacer la matanza y repartirlo con un buen número de personas, por eso si veis fotografías antiguas veréis pocas personas obesas.
Quemar las grasas
La quema de grasa no es proceso fácil además que nuestro organismo no está creado para hacerlo, ya que la grasa es un nutriente esencial para el discurrir de nuestra vida, además constituye la única reserva energética que tiene nuestro organismo a largo plazo, ya que podemos entender el glucógeno como energía a corto plazo.
Pero tenemos que tener en cuenta, que la grasa no sólo sirve como "despensa energética" sino que también nos ayuda a mantener los órganos vitales en su posición, lo protege de golpes, sirve de aislante frente al frío manteniendo una temperatura lo más constante posible, por tanto podemos imaginarnos que nuestro cuerpo no querrá desprenderse de ella tan fácilmente.
El almacenamiento de la grasa
No vamos a entrar en mucho detalle en lo que a la digestión de la grasa hace referencia, sólo saber que se digieren por medio de unas enzimas llamadas lipasas, que van degradándolos a unidades más pequeñas llamadas monoglicéridos y ácidos grasos.
Luego en el intestino, los ácidos grasos de cadena corta pasan a la sangre directamente y los de cadena larga los debe transportar un complejo macromolecular llamado lipoproteína. Una vez que se encuentran en sangre se distribuyen dependiendo su necesidad, e irán bien hacia los músculos, bien al hígado o bien guardándose para el momento en que se necesiten por falta de alimento.
Cuando permanecemos inactivos baja nuestra necesidad de energía, por lo que las grasas y los hidratos de carbono que consumimos de más se transforman en ácidos grasos en el hígado y se almacenan en los famosos michelines normalmente en la cintura en los hombres y en las caderas en las mujeres) o en los músculos en forma de pequeñas gotas intramusculares.
La grasa y el ejercicio
Aunque parezca mentira, como hemos dicho, parte de la grasa va al músculo, principalmente en el músculo entrenado en forma de pequeñas gotas de grasa, cerca de las mitocondrias celulares para disponer de combustible rápidamente durante el entrenamiento, y siempre y cuando ese entreno sea moderado o bajo se usarán en mayor medida dichas gotitas.
Si se acaban esas gotitas y se necesita energía extra (sin olvidarnos siempre a ritmo moderado ya que a ritmo alto se necesita de glucógeno) es cuando se quema la grasa, oxidándose en un proceso llamado lipolisis. Esta necesidad extra es debida al ayuno o al ejercicio.
Por tanto el ejercicio no solo nos ayuda a ponernos en forma y mejorar nuestro nivel cardiaco sino como consecuencia de la quema extra de grasa hará que nos veamos mucho más esbeltos y consigamos mantener nuestra línea dentro de los parámetros habituales en los que el ser humano se ha mantenido durante su evolución natural.
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