Si la alimentación es importante para el cuerpo, aun más para la mente. Aunque solo supone el 2% del peso corporal, el cerebro consume entre el 20 y 30% de la energía utilizada por el organismo.
El nutriente más importante para el cerebro es la glucosa. Pero respecto a esto hay bastantes falsos mitos.
No es azúcar blanco ni hidratos de carbono refinados (refrescos, bollería, pasta, arroz blanco, pan blanco …) lo mejor para el cerebro porque éstos descontrolan la tasa de glucosa en sangre y producen variaciones energéticas y anímicas bruscas, provocando problemas de concentración, irritabilidad y mareos.
El máximo rendimiento intelectual se consigue con un suministro uniforme de glucosa, es decir, hidratos de carbono de absorción lenta: cereales y pastas integrales, legumbres, …) porque tardan más en digerirse y liberan energía de forma más constante y gradual.
Si aprendemos a regular los niveles de glucosa a través de la elección de los alimentos correctos, se cuenta con un enorme poder para controlar el bienestar mental y emocional.
Varios autores afirman que en los últimos 200 años hemos realizado cambios sin precedentes en la dieta humana y que no se ha evaluado el impacto sobre el cerebro. Pero la OMS ya está alertando sobre el aumento de problemas de salud mental y cambio drástico en el comportamiento humano: demencia, depresión, esquizofrenia, déficit atención, hiperactividad, dificultades de aprendizaje, …
El tema es como para tomárselo muy en serio.
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