La lumbalgia es el terror de los mayores de cuarenta años. Es un dolor periódico que aparece sin una causa aparente e incapacita para hacer las labores cotidianas con comodidad.
Analgésicos, antiinflamantorios, bolsas de agua caliente y almohadillas eléctricas son el recurso más habitual para tratar de superar las fases agudas pero la solución puede ser más sencilla y duradera: los estiramientos musculo-tendinosos. Sólo hay un pero (siempre hay un pero...).
La anatomía muscular, desde hace unos años, no se entiende como una combinación de estructuras independientes, sino como una relación de cadenas (las cadenas musculares).
La zona lumbar es una encrucijada de estas cadenas musculares. Si conseguimos que estén estiradas y relajadas, disminuiremos la tensión acumulada sobre esta zona, aliviaremos la sensación de dolor y evitaremos la contractura que la genera.
El pero al que me refería es que los estiramientos hay que realizarlos permanentemente (más frecuentes cuanto más suframos esta patología).
Como norma general, al principio hay que buscar un rato todos los días y después, reducirlo a tres días por semana. Una de las referencias es, estando de pie, tocar con la punta de los dedos el suelo flexionando la cadera y con las rodillas estiradas (en chicos, en chicas deberíamos llegar al suelo con los puños).
Los más eficaces son los correspondientes a la musculatura isquiotibial, glútea, y la rotadora de tronco (tanto lumbar como dorsal).
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