El título es bastante descriptivo como para resumir un mensaje que hemos trasladado en diversas ocasiones, pero que sigue siendo importante por lo frecuente de lesiones por sobreesfuerzo o por menospreciar síntomas.
Si estás haciendo ejercicio y aparece un dolor, puede ser un aviso para que bajes el ritmo. Tal vez no sea nada importante, pero no debes pasarlo por alto. Si, además, el dolor se desencadena al hacer ejercicio y se alivia con el reposo, es una señal clara de que hay que parar.
En deporte se suele tener una cierta tolerancia al dolor, y eso no es malo. El caso es que a veces vamos más allá de lo razonable, tolerando dolores que no son fruto del esfuerzo, cansancio, rotura de fibras o impacto articular, sino directamente un aviso de lesión que estamos ignorando.
He conocido ya varios casos de personas que hacen ejercicio, aparecen dolores terribles, que obligan a llegar a casa casi gateando. Después de un par de días de descanso, se pasan los dolores, y vuelven a realizar un entrenamiento intenso, que vuelve a desencadenar dolor. Contado así parece una barbaridad (y lo es), pero seguro que a muchos les resulta familiar.
Lesiones que empeoran con el ejercicio
Entrenar en gancha. Eso es bueno. El problema es no saber desengancharse a tiempo. Hay ocasiones en el que el cuerpo da indicios de un dolor diferente al que notamos con el esfuerzo: más desagradable, más punzante, más incapacitante, y que cede con el reposo.
Puede ser una rotura de fibras, lo cual es una lesión que tiene su importancia y que empeora con el ejercicio, porque no cesar la actividad y no poner el tratamiento adecuado puede generar una curación incorrecta, y que la zona quede debilitada.
Si el dolor ocurre en en la parte delantera del pie al apoyar y hacemos ejercicio de carrera o sprint, es posible que exista alguna lesión como una fractura por sobrecarga, algo que tampoco va a mejorar hasta que reciba el tratamiento pertinente.
En otros casos pueden ser lesiones del tendón, que, de no tratarse en su momento, provoquen complicaciones que obliguen a estar un tiempo sin poder hacer ejercicio. Además, existe riesgo de que los tejidos se debiliten y la lesión se haga crónica, quedando la zona más sensible a lesiones de forma (casi) permanente.
Otras lesiones, como los problemas musculares asociados a corredores o saltadores, tampoco van a mejorar simplemente descansando dos días, pues se necesita entrenamiento específico de la musculatura afectada y tratamiento adecuado para poner fin a la lesión.
Así que, una vez más, pedimos responsabilidad a la hora de entrenar, para no caer en una lesión que nos cueste tiempo y dinero y que podríamos haber minimizado si le hubieramos prestado atención en vez de simplemente descansar para luego volver a notar dolor al hacer ejercicio.
Si detectas este patrón de dolor que empeora con el ejercicio (ya sea al comienzo, al llevar un tiempo, o después de hacerlo) y mejora con el reposo, y se repite siempre, o casi siempre igual, es momento de parar y buscar un profesional sanitario que pueda poner freno a esa lesión incipiente.
En Vitónica | No entrenes lesionado (pautas a seguir)
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