Uno de los calzados típicos del verano son las sandalias de dedo o las conocidas popularmente como chanclas. Este tipo de ‘zapato’ es el más utilizado por la mayoría de nosotros en los meses en los que el calor más aprieta, y es que es muy útil por tener todo el pie al aire y ayudarnos a evitar el sudor y las rozaduras que se suelen producir en verano con las zapatillas cerradas. Pero a pesar de esto, las sandalias de dedo no es el mejor calzado para el pie, y por ello queremos ver los inconvenientes de utilizarlas durante todo el verano.
En primer lugar debemos analizar como están hechas. Las sandalias de dedo tienen una suela plana y blanda que supuestamente se adapta a nuestra forma de andar y a la forma del pie. Junto a esto hay que destacar las tiras que hacen que se nos meta entre el dedo del pie y sea el único punto de apoyo que tenemos a la hora de andar. El resto del pie queda totalmente suelto. Este diseño es un inconveniente para llevar este calzado durante horas, ya que la suela plana hará que el peso del cuerpo no se distribuya bien y que lo carguemos en partes como la zona lumbar o cervical, notando molestias en esta parte del cuerpo al pasar muchas horas de pie.
Junto a la suela debemos tener en cuenta la tira que es por donde nos enganchamos la sandalia al pie, es el único punto por el que mantenemos la suela unida a nuestro pie y permite que nos movamos. Pero al ser un único punto de apoyo, y no demasiado consistente, al caminar obligamos a nuestro pie a realizar un esfuerzo mayor que el habitual, y más si la suela pesa. Este esfuerzo extra desencadenará una gran tensión en el pie que puede acabar sobrecargando los tendones y los músculos que lo conforman y así producir una sobrecarga que puede terminar en lesión. A esto debemos sumar la forma de andar forzada, ya que al no sentir una estabilidad en el pie tendemos a arrastrarlos cuando andamos haciendo que adquiramos vicios que a la larga nos pueden dar problemas.
Esta libertad de la que gozamos al usar sandalias de dedo es la que muchos alaban y por lo que han convertido este calzado en esencial cuando el calor aprieta. Pero precisamente esa libertad es la que puede traernos algún que otro quebradero de cabeza, ya que si las utilizamos para andar demasiado podemos lesionarnos en el pie a causa de que no existe ninguna sujeción en el mismo y los movimientos que vamos a llevar a cabo con él pueden ser nefastos para los músculos del pie.
Por estos motivos en importante que tengamos en cuenta que las sandalias de dedo son una buena forma de mantener los pies cuando el calor aprieta, pero nunca debemos de hacer de ellas nuestro calzado habitual, sino que tienen que ser algo que nos pongamos en contadas ocasiones en las que tengamos que andar poco y por terrenos sencillos y llanos. Nunca las usaremos en largas caminatas y terrenos de todo tipo en los que el pie corra el riesgo de lastimarse.
Imagen | joanie
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