En este mundo de sofisticación en el que vivimos, algunas miradas hacia la sencillez son inevitables. En el ámbito de la musculación y de la fuerza, el contraste entre lo nuevo y lo clásico se da en gran intensidad.
En las puertas de los centros deportivos se publicitan nuevas modalidades cada seis meses o menos, como si hubiera que cambiar de procedimiento cada poco tiempo. En los gimnasios comparten espacio aparatos sofisticados con las clásicas mancuernas. Pero, ¿qué ofrecen las pesas de mano para mantenerse como opción válida?.
Por mucho que intentemos separar las funciones musculares en segmentos y partes para realizar entrenamientos sistemáticos, la realidad anatómica nos dice que los movimientos son globales y que la actuación múscular es combinada y orquestada.
En este marco, la utilización de las mancuernas nos ofrece algo inigualable: la libertad de movimiento. Podremos combinar en un sólo gesto, como por ejemplo en un ejercicio de elevación de la mancuerna desde la zona de la cadera hasta dejar en vertical el brazo: actividad muscular del antebrazo (estabilizando la muñeca y ejerciendo el agarre), bíceps (en la flexión de codo), deltoides (en la separación del hombro), pectoral (en la estabilización también del hombro) y tríceps (al bajar de forma sostenida la mancuerna con flexión del codo).
Pero aquí viene una aparente contradicción: la sencillez de la mancuerna como elemento requiere una gran complejidad en el gesto del movimiento. Las pequeñas variaciones del gesto darán riqueza a la acción muscular pero podrán también quitarle eficacia a la actividad o incluso desesquilibrar el ejercicio (por ejemplo, muscular más un brazo que el otro).
En Vitónica | Polea o mancuerna a la hora de entrenar En Vitónica | Mancuernas Vs. Máquinas ¿Qué es mejor en musculación? Imágen | Flickr (Ruurmo)