Seguro que a ti también te ha pasado en algún momento de tus entrenamientos, ir al gimnasio y tener que hacer tu rutina en una sala abarrotada de gente. Además de incómodo y peligroso, es un aspecto que no anima a acabar el entrenamiento, porque tanta gente queriendo hacer lo mismo hace que unos se estorben a otros.
El primer problema es tener que adaptar tu rutina a “lo que haya”, es decir, lo que puedas hacer porque constantemente la máquina o el ejercicio que quieres hacer está ocupado. Al final el entrenamiento acaba convirtiéndose en improvisación y en hacer lo que se pueda. Eso si no te acabas yendo antes del gimnasio con un cabreo importante por no haber aprovechado el día.
Otro aspecto importante es la seguridad, que cuando hay mucha gente o la sala de musculación es muy estrecha acaba por descuidarse. Tanta gente en un mismo espacio puede hacer que toquemos alguna barra, choquemos al trasportar discos o simplemente nos estorbemos o no podamos hacer el recorrido total del movimiento porque nos damos con el que está al lado o detrás.
Y qué podemos hacer para evitar esto, pues no queda más que buscar otro horario que esté menos transitado o a las malas cambiar de gimnasio, porque lo que está claro es que entrenar en estas condiciones es bastante difícil. El horario de mañana claro está que es el mejor, pero el menos accesible, luego el de después de comer, pero tampoco muy cómodo, y al final todo el mundo va de ocho a diez de la noche.
En ocasiones la culpa de estas cosas la tienen los propios gimnasios por no respetar el aforo máximo, pero claro, cómo le dices tú a un cliente que no puede entrar a entrenar…Si realmente el exceso de gente en tú gimnasio te supone un problema la opción por cambiar a un gimnasio más grande y con más horarios puede ser la solución.
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