El entrenamiento de las piernas es uno de los que más nos cuesta a la hora de trabajar nuestro cuerpo. Muchos son los motivos que esgrimimos a la hora de no trabajar esta parte del cuerpo. Muchos son los que solamente se centran en el tren superior consiguiendo una ligera desproporción con respecto al tren inferior. Por ello es necesario que trabajemos esta parte del cuerpo. Pero por ello, y para analizar los motivos que nos llevan a no trabajarla vamos a ver los principales inconvenientes que se suceden a la hora de entrenar las piernas.
Desde luego que el trabajo de piernas es duro y sacrificado, ya que se trata de una parte del cuerpo que contiene los músculos más grandes, pues son los que soportan el peso de todo el resto del organismo y los que aguantan la mayor tensión del organismo. Esto hace que en las piernas se concentre un gran número de fibras musculares que a la hora de hacer ejercicio requieren mucho más oxígeno y sangre que cualquier otro grupo muscular, lo que nos lleva a tener una sensación de cansancio mayor que al entrenar otras partes.
Sensación de mareo
En primer lugar un malestar que solemos argumentar es la sensación de mareo y sofoco que nos provoca el entrenamiento de piernas. Esto tiene un significado, ya que tiene mucho que ver con lo que hemos explicado antes de que las piernas contengan los músculos mayores del organismo. Al realizar ejercicio la demanda de oxígeno por parte de éstos es mayor, y con ello el riego sanguíneo aumentará en esta parte del cuerpo, algo que hará que nos sintamos mareados y que incluso muchas veces, dependiendo del esfuerzo, sintamos la vista nublada, ya que el riego en el resto de partes del cuerpo disminuye para concentrarse en las piernas.
Esto lo podemos solucionar dotando al organismo de la suficiente energía antes de entrenar las piernas, para así tener reservas suficientes y no tener que recurrir a las reservas del cuerpo y por lo tanto a una mayor acción del oxígeno. Además, podemos reducir las cargas y descansar más entre series para así recuperar el riego y volver a nuestro estado normal.
Dolor cervical por la barra
Otro malestar que nos frena a entrenar las piernas tiene mucho que ver a la hora de colocarnos cargas en la espalda por medio de una barra. Ésta puede hacernos daño en las vértebras cervicales, ya que sujetamos la barra directamente con ellas y se acaban resintiendo y doliendo, hinchándose alrededor de las mismas. Este malestar se debe a que descargamos toda la tensión de la carga en este punto, que puede derivar en lesiones.
Para evitarlo lo fundamental es saber colocar la barra sobre los músculos del trapecio y no sobre las cervicales. Si no sabemos hacerlo será mejor realizar las sentadillas en máquina que apoyaremos solamente la carga sobre los hombros. Otra solución es colocar alrededor de la barra una espuma que nos ayude a amortiguar la tensión que representa la carga.
Molestias en las rodillas
Las molestias en las rodillas es un clásico y aún así sigue siendo uno de los principales frenos para entrenar las piernas. Lo que sucede con las rodillas es que desviamos a ellas gran parte de la tensión, haciendo que se resientan y que en muchos casos acaben por doler. Esto se debe fundamentalmente a que la colocación a la hora de realizar los diferentes ejercicios no es la adecuada, por lo que no son los músculos los que trabajan, sino las rodillas.
Para evitar que esto suceda es esencial que sepamos colocar las rodillas de manera correcta. La forma de hacerlo es poner los pies paralelos, las piernas ligeramente separadas y al agacharnos las rodillas nunca deben sobrepasar las puntas de los pies, por lo que debemos realizar un movimiento en el que la espalda se desplace hacia atrás y se mantenga recta a lo largo de todo el recorrido para de este modo hacer que toda la carga la aguanten los músculos de las piernas.
Imagen | M.V. Jantzen