Las bajas temperaturas es una de las características del invierno. Éstas nos obligan a cuidar nuestro cuerpo para evitar resfriados y mantener la temperatura corporal. Y es que cuando el frío aprieta lo que nos apetece es tomar algo caliente para aumentar la temperatura, en ningún momento se nos pasa por la cabeza comernos un helado.
A pesar de lo que la mayoría de la gente piensa, los helados pueden sernos de gran ayuda en estas épocas del año, y no solamente para vencer al frío, sino también para recuperarnos del ejercicio físico después de entrenar. Una buena forma de nutrir a nuestros músculos a la vez que ayudamos a aliviar las molestias propias de esta época y de las bajas temperaturas.
Como todos sabemos el helado es un alimento elaborado con lecha básicamente. Además, a la mayoría de ellos se les suele añadir fruta o frutos secos que aportan más nutrientes a los que de por si lleva la leche. Por este motivo el helado es una fuente importante de proteínas y azúcares necesarios para el organismo. Además de contener altas dosis de vitaminas.
Después del entrenamiento el músculo necesita volver a recuperar el glucógeno que ha perdido mientras lo hemos estado forzando. Es importante que le demos alimento cuanto antes para que se recupere de forma rápida. El helado es una buena forma de hacerlo, ya que las proteínas dotarán al músculo de los aminoácidos que necesita, así como de la glucosa necesaria para que éstos vuelvan a estar en perfectas condiciones y puedan crecer de forma saludable.
Pero además de ser una buena forma de recuperación tras el ejercicio, la ingesta de helados es un aliado contra el frío y sus efectos, y es que el frío de este alimento tiene una cualidad cicatrizante y antiinflamatoria importante. Cuando ingerimos helado lo que hacemos es disminuir la hinchazón de garganta producida en las amígdalas a causa del frío. El helado ayuda a curar esta afección y minimiza enormemente las molestias.
Muchos médicos recomiendan comer helado cuando tenemos anginas o cualquier tipo de infección en la garganta. Además, el frío del helado hace que nuestra garganta se acostumbre a las bajas temperaturas previniendo frente a posibles infecciones derivadas de las bajas temperaturas.
Sí que es cierto que la mayoría de los helados contienen altas dosis de azúcares que a la larga son perjudiciales para el organismo. Por este motivo existen en el mercado diferentes tipos de helados sin azúcar, rebajando considerablemente el aporte calórico, así como otros muchos elaborados a base de leche desnatada que evitarán que ingiramos grasas de origen animal que por lo general suelen ser saturadas y pueden dañar nuestra salud.
De todas formas el helado es bueno en cualquier época del año, pues no solamente es una forma de refrescarnos del calor, sino que es un aliado contra el frío. Así que nadie se sorprenda al ver que en invierno comemos helados.
Imagen | SXC
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