En infinidad de ocasiones hemos destacado lo buena que es la natación y lo completa que es a la hora de trabajar las diferentes partes del cuerpo. Por este motivo nosotros en este post nos queremos detener en algunos puntos a tener en cuenta acerca de la técnica de entrenamiento adecuada para ejecutar a la perfección esta actividad.
En natación es fundamental conocer bien la técnica a la hora de llevar a cabo una actividad, ya que es necesario que seamos capaces de controlar la técnica. Al no saber realizar el ejercicio de la manera adecuada, el daño que podemos causarnos es elevado. Y para ello es fundamental que conozcamos en todo momento la técnica para llevarlo a la práctica.
Por ejemplo, no saber colocar la espalda o los momentos en los que debemos o no inhalar aire, son fundamentales a la hora de realizar una actividad. Si no lo hacemos adecuadamente podemos correr el riesgo de hacernos daño en algunas partes de la espalda, como por ejemplo la zona cervical… Por ello conocer la técnica es esencial.
Beneficios de la natación
Pero antes de nada, queremos detenernos de nuevo en las bondades de la natación, antes de detenernos en los cuatro estilos que nos encontramos, y que son crol, espalda, mariposa y braza.
- En primer lugar, la natación es un deporte que pone a trabajar todas las partes del cuerpo a la vez, ya que hace que tanto el tren superior como el inferior sean participes de la actividad. Por ello es uno de los ejercicios más completos que existe a la hora de entrenar los músculos del cuerpo.
- Al realizar la actividad en un medio como el agua, el impacto para las articulaciones, tendones, huesos y músculos del cuerpo, siempre será menor del habitual que tendremos con otros deportes. Por eso, si lo hacemos bien, será mucho menos lesivo que otras actividades.
- La natación es un deporte que pondrá a prueba la fuerza y la resistencia de nuestro cuerpo, ya que el agua representa un medio hostil que obligará a nuestros músculos a trabajar más para vencer la resistencia del agua. Además, esto hará que la resistencia que debemos desarrollar sea mayor para poder aguantar la actividad que estamos llevando a cabo.
- Es una buena actividad para ganar conciencia de nuestro propio cuerpo y sus partes, ya que necesitamos coordinación para poder llevarlo a cabo de manera satisfactorias. Lo mismo sucede con el control de la respiración, ya que será necesario que lo tengamos en cuenta a la hora de llevar a cabo la actividad.
- Es un deporte que nos ayudará a aliviar tensiones musculares y articulares, ya que se desarrolla en un medio que nos mantendrá en suspensión y ayudará a mitigar o disminuir el efecto de la gravedad en el cuerpo.
- No olvidemos que es una actividad que puede llevar a cabo cualquier persona y que no requiere de una edad determinada para ejecutarla. Por ello es muy recomendable para todo tipo de personas.
Una vez conocemos hemos recordado las bondades de practicar natación, lo que tenemos que hacer es aprender cómo hacer adecuadamente cada uno de los estilos. Aprender la técnica será sencillo, pero debemos practicar poco a poco para conseguir mejores resultados.
Estilo uno, crol o estilo libre
En primer lugar nos vamos a detener en el estilo de natación conocido como crol. Es el más habitual, y es el que se suele enseñar siempre en las escuelas de natación. Es también considerado como estilo libre, ya que su técnica es la más sencilla. Es un estilo que surgió en Australia, y comenzó imitando la forma de nadar de los nativos australianos.
Para su ejecución, el nadador debe colocarse boca abajo flotando, es decir, en posición ventral o prona. Consistirá en una acción conjunta de ambos brazos. Esta acción es la que se conoce como brazada, y se realizar de manera alternativa con cada uno de los brazos. Es importante colocar la manos de manera que las palmas queden hacia adentro, para así apartar el agua y vencer la resistencia que éste representa.
Pero no solo debemos mover los brazos, como si se tratase de las aspas de un reloj, es importante mover las piernas. Cada patada para propulsarnos será acompasada con el movimiento de brazos, ya que se realizan a la vez. Aunque la patada variará de cada persona, y de la velocidad que quiera conseguir. Eso sí, los movimientos de las piernas deben ser de abajo arriba, y las piernas deben ayudarnos a propulsar hacia adelante.
La colocación de la cabeza es fundamental, ya que debemos mantener la espalda recta, y para ello la cara debe estar sumergida en el agua, y solo la tenemos que sacar de manera lateral cuando queramos tragar aire. La técnica de respiración es fundamental. Consistirá en utilizar el aire poco a poco para optimizarlo, y así tener que sacar muchas menos veces la cabeza del agua.
Estilo dos, espalda
En segundo lugar, nos vamos a detener en el estilo conocido como espalda o crol de espalda. En este caso, como su nombre indica, el nadador estará en posición dorsal o supina, es decir, de espaldas al agua. El movimiento que vamos a llevar a cabo es similar al del crol tradicional, ya que el movimiento completo de los brazos está presente.
Al colocarnos boca arriba, y de manera alterna, realizaremos un movimiento completo de cada brazo, de manera alterna, llevándolos hacia atrás con las palmas de las manos hacia afuera y por encima de la cabeza para propulsarnos lo máximo posible. A la vez que realizamos este movimiento, nos propulsaremos con las piernas mediante patadas, similares a las que hemos llevado a cabo en el crol tradicional.
Es fundamental mantener esta postura de manera correcta a la hora de respirar adecuadamente. Es cierto que la cabeza la mantendremos ligeramente elevada, debido a la acción del braceo, pero lo ideal es dejarla relajada y descansada sobre el agua, para así hacer que sean los brazos y las piernas los que aguanten la tensión de todo el ejercicio.
A lo largo de todo el tiempo que dure la actividad, la espalda deberá permanecer apoyada en su totalidad contra el agua, de este modo conseguiremos optimizar al máximo la actividad. Lo mismo sucede con el abdomen, que es necesario que lo mantengamos contraído durante el ejercicio para ayudarnos a permanecer lo más rectos posible y evitar giros que tenderán a frenarnos y empeorar el desarrollo de la actividad.
Estilo tres, braza o pecho
Como tercer estilo nos vamos a detener en el conocido como braza o pecho, ya que es esta parte del cuerpo la que aguantará toda la actividad que vamos a realizar. Es el estilo más antiguo de natación, y sus movimientos son los que se consideran más naturales y respetuosos con nuestro cuerpo y sus partes. A pesar de todo, sigue siendo el más lento de todos los estilos.
La colocación del nadador será ventral, en decir, la espalda estará ligeramente inclinada hacia adentro, sin mantener una postura paralela al agua, pues las piernas estarán más sumergidas que la parte superior y ligeramente dobladas por las rodillas. En este caso, tanto los brazos como las piernas tienen la misma importancia a la hora de desplazarnos.
Los brazos estarán doblados por los codos, y en esta postura, lo que haremos será apartar el agua hacia los lados, mientras que nos propulsamos mediante la acción de las piernas. En este caso, la cabeza está fuera del agua durante todo el ejercicio, por lo que la respiración en este caso es la más fácil de todas.
Es fundamental la colocación de los brazos y manos, que debemos formar con ellas una especie de cazo que nos servirá para apartar con más rapidez el agua y conseguir así desplazarnos mucho mejor. Las piernas las podemos abrir y cerrar, o dar una patada hacia atrás con ellas para conseguir desplazarnos con más facilidad.
Estilo cuatro, mariposa
El cuarto estilo que se conocer y se lleva a cabo en natación es mariposa. Es el más moderno de todos. También es importante que tengamos en cuenta que es el más difícil de aprender, pues es necesario tener una buena fuerza muscular para desarrollarlo, así como una perfecta coordinación entre todas las partes del cuerpo. Si no poseemos esto, es mejor que no lo llevemos a cabo, ya que nos podemos hacer daño.
La posición es ventral, es decir, de cara al agua, con la cara sumergida en el agua y el cuerpo estirado completamente. El movimiento que tenemos que hacer con brazos y piernas, es similar al del crol, es decir, los brazos deben hacer un giro completo, para propulsarnos. La única diferencia es que en este caso el movimiento no se realiza alterno, si no con ambos a la vez.
La coordinación es fundamental, ya que a la vez que nos propulsamos con los brazos, lo debemos hacer con las piernas. La colocación de las piernas será similar a las del aleteo de los delfines, es decir, piernas juntas y ondulantes de adelante hacia atrás. La parada a dar se hará con ambas a la vez para propulsarnos. Este movimiento debe llevarse a cabo a la vez que giramos los brazos por completo.
El cuerpo no permanecerá tan recto como en las otras técnicas, ya que esta técnica se caracteriza por el movimiento en S ondulante constante del cuerpo. Este movimiento debemos conocerlo a la perfección y controlarlo, de modo que el giro de los brazos coincida con varios pasos. Cuando loa brazos estén casi por encima de la cabeza, es cuando debemos sacar la cabeza del agua e inspirar el aire para introducir de nuevo la cabeza al bajar los brazos y al mismo tiempo propulsarnos con las piernas hacia atrás.
Como hemos comentado antes, estos cuatro estilos no se aprenden de la noche a la mañana. Es necesario practicar mucho y conocer la técnica, antes de lanzarnos a nadar de cualquiera de estas maneras. Una cosa que debemos tener presente es que si al hacer cualquiera de los estilos, y notamos molestias, es mejor para y practicar más hasta conseguir hacerlo de manera natural.
Todos ellos son igual de válidos a la hora de trabajar el cuerpo, y por ello os recomendamos que elijáis el que mejor se adapte a vuestra condición física o tolerancia. No nos vamos a encontrar igual de cómodos con todos ellos, pero a pesar de todo, no pasa nada porque probemos a testar cada uno de ellos para saber si se adaptan o no a nuestra manera de nadar.
De todos modos, una buena recomendación, es que si queremos aprender correctamente y nunca hemos practicado natación antes, nos sirvamos de un profesor, que nos ayudará a conocer mejor la técnica y conseguir así evitar vicios posturales que a la larga nos acabarán por pasar factura sin darnos apenas cuenta.
Imágenes | Unsplash
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