Todos sabemos que nadar es una actividad muy saludable y completa para el organismo, pero mucho depende del lugar en donde efectuemos nuestras brazadas, pues al parecer, debemos tener mucho cuidado si nadamos en piscinas públicas.
Un estudio encontró que después de darse un baño en una piscina pública, las probabilidades de sufrir gastroenteritis se incrementan en las próximas dos semanas, tal vez porque el agua compartida por muchos es un buen albergue para bacterias, hongos y virus, es decir, para variados agentes patógenos.
Aun así, esto no significa que no podemos nadar y disfrutar de las actividades acuáticas en una piscina de uso público, sino que lo que debemos hacer es tener cuidado, es decir, no olvidar las medidas higiénicas, porque a pesar de estar en un medio acuoso, el agua no diluye los gérmenes, sino que puede albergarlos sin problema.
Además, es importante no compartir una piscina ni bañarnos con otras personas si estamos enfermos, pues los mismos gérmenes que salen de nosotros, pueden afectar a otros individuos.
Por supuesto, no debemos beber el agua de la piscina y siempre recordar higienizarnos antes de sumergirnos en esta y al salir de la misma, pues el agua climatizada, propia de las piscinas en invierno, poseen la humedad y temperatura óptima para almacenar gérmenes, y muchos subsisten a las sustancias químicas que se adicionan al agua para conservar su limpieza.
Por eso, no dejemos de nadar ni de asistir a pisinas públicas, sino que recordemos cuidarnos con buenas medidas higiénicas, pues si todos aplicamos estas acciones preventivas, nada malo puede sucedernos.
Vía | Shine En Vitónica | Consejos para evitar el pie de atleta Imagen | David Jones