Mucho ha cambiado el método Pilates desde que un joven Joseph Hubertus Pilates lo creara a principios del siglo pasado. Actualmente podemos encontrar nuevos implementos que se utilizan en la práctica de este método (como por ejemplo el Oov, del que os hablamos detenidamente hace un tiempo), menos ejercicios de flexión de columna y más de extensión de espalda en las diferentes sesiones... En pocas palabras podríamos decir que Pilates es un método vivo que ha sabido crecer y adecuarse a las distintas necesidades en diferentes momentos de su historia.
Sin embargo, sí hay algo que se ha mantenido inamovible durante todos estos años: los principios del método Pilates. Seis pilares básicos o normas de carácter general que rigen la ejecución de los distintos movimientos del método. A pesar de que las diferentes escuelas de Pilates han incluido principios nuevos o distintos enfoques, todas ellas comparten la misma base: la que forman los principios del método Pilates.
Cómo utilizar la respiración
Uno de los principios más importantes de las sesiones del método Pilates es la respiración y su control. Cada movimiento del método Pilates tiene una respiración preestablecida que nos ayuda a realizar el ejercicio: una respiración completa y bien organizada facilita la ejecución de cada uno de los movimientos así como la estabilización.
Dependiendo del nivel de la persona que está practicando Pilates, la respiración puede organizarse generalmente en dos o cuatro tiempos. Es importante aprender a realizar la respiración de forma adecuada en cada ejercicio para facilitar la coordinación en el movimiento.
El trabajo del centro
Podemos llamarlo core, centro o powerhouse, como se hacía hace años. Durante una sesión de Pilates, todas las fuerzas del cuerpo parten de la zona central del mismo, y desde ahí se transmite hasta las extremidades. Este trabajo continuo del centro de nuestro cuerpo, con su musculatura interna y externa, consigue que los movimientos dentro y fuera del aula de Pilates se realicen de forma segura y eficiente.
El concepto de control
Originalmente, Joseph Pilates denominó a su método contrology, traducido como contrología o ciencia del control. A través de esto lo que buscaba era dar importancia a la ejecución correcta y controlada de cada uno de los movimientos de su método de trabajo. Hace alusión también al control del cuerpo y de la mente, buscando la unión entre ambos para una perfecta ejecución de los ejercicios.
La importancia de la concentración
Prestar la máxima atención a los movimientos que estamos realizando, manteniéndonos en el momento presente, es otro de los principios básicos que deben regir las sesiones del método Pilates. Este principio nos ayuda a realizar esa unión cuerpo-mente de la que hablábamos antes y a centrar toda nuestra atención en la parte del cuerpo que estamos trabajando y que está involucrada en el movimiento en cada ejercicio.
La consecución de la fluidez
Los movimientos del método Pilates no deben ser forzados ni cortantes, sino que deben realizarse en un tempo adecuado y estar enlazados unos con otros de una manera encadenada y fluida. Podríamos compararlo, por ejemplo, con las secuencias de Yoga, que enlazan diferentes asanas de forma continua y sencilla. De este modo se evitan movimientos bruscos y se busca un movimiento natural.
El valor de la precisión
Muy relacionado con la concentración y la fluidez encontramos el principio de la precisión: cada movimiento de Pilates debe ejecutarse de forma precisa y perfecta. Para ello es importante seguir las progresiones de los ejercicios de modo que pasemos de lo más simple a lo más complejo de forma fluida. También las distintas modificaciones en función de las necesidades de cada alumno son importantes para la correcta realización de los movimientos.
Todos estos principios están interralacionados entre sí y se aplican durante toda la sesión de Pilates para conseguir movimientos eficientes, seguros y correctos. El gran valor, además, del método Pilates es que todo lo que aplicamos en una sesión, incluyendo estos principios, también podemos llevárnoslo a nuestro día a día o a nuestra práctica deportiva (musculación, carrera), consiguiendo de este modo movernos en todas las situaciones (al caminar por la calle, al agacharnos para recoger algo que se nos ha caído, al estar sentados delante del ordenador) de una forma más segura.
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