Así es como la comida basura te acerca a la depresión

Comer comida basura es una de las peores cosas que puedes hacerle a tu cuerpo, y también a tu mente, ya que existe una fuerte relación entre este tipo de alimentos (altos en grasas saturadas, harinas refinadas y azúcares añadidos) y nuestro estado de salud mental.

En concreto, varios estudios han señalado que las personas que consumen esta comida con frecuencia tienen mayores probabilidades de sufrir depresión.

A mayor índice glucémico, más riesgo de depresión

Un estudio realizado por el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia quiso averiguar si los alimentos con un alto índice glucémico (una escala que clasifica los alimentos con un alto contenido en carbohidratos por cuánto suben los niveles de glucosa después de consumirlos) estaban asociados a mayores probabilidades de depresión.

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Analizaron datos dentro de los cuestionarios de la Women's Health Initiative, realizada para conocer más sobre la salud de las mujeres más allá de la menopausia, un grupo poco estudiado. Acotaron la información a la proveniente de unas 70.000 mujeres, ninguna de ellas depresiva al comenzar el estudio.

Los datos mostraban que seguir una dieta con un alto índice glucémico, incluidas aquellas ricas en harinas refinadas y azúcares añadidos, se asociaban a mayores probabilidades de depresión. En cambio, algunos aspectos de la dieta parecían tener el efecto contrario, como por ejemplo la fibra, comer cereales integrales, frutas y verduras frescas y enteras o la lactosa, un tipo de azúcar que proviene de los lácteos y que se sitúa en una posición baja dentro del índice glucémico.

En este estudio no era posible determinar los mecanismos por los que se produce esta relación, pero los autores sugerían distintas posibilidades: o bien que un consumo excesivo de azúcares y almidones refinados sea un factor de riesgo para enfermedades inflamatorias y cardiovasculares, ambas relacionadas con el desarrollo de depresión, o bien que este tipo de dieta conduzca al desarrollo de resistencia a la insulina, que ha sido relacionada con defectos cognitivos similares a los que se encuentran en las personas con depresión mayor.

Más comida rápida, más depresión (y al revés)

Otro estudio, realizado en España, también ha tratado de ahondar en la relación entre comida basura y depresión. Realizado por científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria concluyeron que las personas que consumen a menudo estos alimentos tienen una probabilidad un 37% mayor de desarrollar depresión que las que no los consumen nunca o casi nunca, y que a medida que aumenta la cantidad ingerida, aumentan también esas probabilidades.

Los investigadores estudiaron a un grupo de casi 9.000 personas durante un tiempo de entre 2 y 6 años como parte de un análisis a largo plazo. Al principio del estudio ninguno de ellos había sido diagnosticado con depresión o tomaba antidepresivos. Al terminar, unos 500 habían sido diagnosticados o tomaban esta medicación.

Se pidió a los participantes que informasen de con cuánta frecuencia comían alimentos de una determinada lista, que incluía cosas como hamburguesas, salchichas, pizza o bollería industrial azucarada.

Los autores observaron que cuanta más comida rápida se come, mayor es el riesgo de depresión, y que la correlación ocurre también a la inversa: cuánto más deprimido estás, más probable es que comas grandes cantidades de comida basura.

¿Qué causa qué?

En ambos casos, los investigadores no han podido desentrañar cómo comer comida basura causa depresión, y tampoco si eso ocurre o si en realidad ocurre al revés. Lo que sí parece estar claro es que ambas cosas van de la mano.

Hay más factores involucrados: las personas que comen mayores cantidades de comida basura normalmente están solteros o viven solos, son menos activos y tienen otros malos hábitos alimenticios, como comer poca fruta y verdura así como pocos ácidos grasos saludables en forma de frutos secos, pescado o aceite de oliva. También suelen tener malos hábitos fuera de la cocina: tabaquismo o trabajar más de 45 horas semanales.

Aunque queda mucho aun por investigar para aclarar cómo la comida rápida y la depresión se relacionan entre sí, parece evidente que reducir la cantidad de estos alimentos que comemos no es solo bueno para nuestro cuerpo, sino también para nuestra mente.

Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en diciembre de 2017 y ha sido revisado para su republicación.

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