Hace unos meses tuvimos la oportunidad de poder asistir a la presentación del último smartwatch de Fitbit: el nuevo Fitbit Ionic. Lo hemos probado a fondo y en Xataka podéis encontrar un análisis pormenorizado del comportamiento de este gadget, tanto en su faceta de reloj inteligente como en la de cuantificador deportivo.
Durante la presentación del Fitbit Ionic pudimos hablar con Shelten Yuen, vicepresidente de investigación en Fitbit, sobre cómo la tecnología avanza para mejorar cada día más de nuestra salud, y sobre cuál es el papel de los wearables en el futuro de estos dos conceptos que forman una unión ya indivisible.
¿Puede ayudar un wearable a diagnosticar una patología?
La cuantificación de todo lo que hacemos en nuestro día a día es algo que ha llegado para quedarse: en la actualidad, ya sea a través de wearables o de nuestros teléfonos móviles, sabemos cuántos pasos damos a lo largo del día, cuántos kilómetros recorremos, cuántos pisos subimos o cuántas calorías gastamos.
Pero, al margen de llevar un seguimiento de nuestra actividad física diaria, ¿cuál es la aplicación práctica de todo esto? ¿Podría ayudarnos a, por ejemplo, diagnosticar una patología en un momento dado? ¿Podría ayudarnos a prevenirla?
Yuen nos pone el ejemplo de la apnea del sueño: una patología que en Estados Unidos sufre el 10% de la población adulta y que, sin embargo, el 80% de los que la sufren no saben que la padecen.
A través de un wearable capaz de medir nuestros ciclos de sueño (íntimamente relacionados con nuestra frecuencia cardíaca en reposo y con nuestra respiración) podemos detectar ciertas anomalías en ellos y quizás acudir a nuestro médico habitual para comprobar si realmente existe algún problema. Evidentemente, un wearable (al menos hoy en día) no es capaz de detectar y diagnosticar una enfermedad, pero sí puede ponernos en guardia frente a un posible problema de salud de forma preventiva: el Apple Watch, por ejemplo, acaba de ser avalado por un estudio como un elemento útil para diagnosticar apnea del sueño e hipertensión.
En estados Unidos Fitbit está trabajando ya con distintos hospitales que quieren integrar los wearables para realizar un seguimiento de los hábitos de vida y de las funciones físicas básicas (medición continua de la frecuencia cardíaca, por ejemplo) de los pacientes tras un proceso operatorio. Estos wearables pueden ser un buen método para realizar un seguimiento a distancia del paciente.
Por otro lado, el hecho de que estos wearables sean usados por miles de personas alrededor de todo el mundo, da la posibilidad a las empresas fabricantes y a los investigadores de contar con una gran cantidad de datos aportados por tipos de personas muy diferentes. No hablamos de grupos pequeños de personas, o de grupos con unas características muy concretas (hombres sedentarios o mujeres en la menopausia), sino de un grupo enorme y heterogéneo: según Yuen, Fitbit cuenta con una base de datos de cinco billones de horas de sueño registradas a través de sus usuarios.
Obesidad, estrés y ansiedad: los tres grandes males de nuestro tiempo y cómo un wearable puede ayudarnos a controlarlos
Algo muy demandado por los clientes en la actualidad es la gestión del estrés y la ansiedad a través de aplicaciones y dispositivos. En el caso del Fitbit Ionic, este dispone de una aplicación nativa dedicada a la relajación que realiza una respiración guiada durante un minuto.
Lo más interesante de esto, y algo con lo que comienzan a contar ya otros wearables similares, es que se trata de una guía personalizada y basada en nuestra propia experiencia. El hecho de que los objetivos en cualquiera de las aplicaciones de los wearables estén personalizadas para nosotros es básico para su integración en el mundo de la salud.
La palabra clave aquí es "personalización", algo que debería estar presente en todos los wearables a medida que pase el tiempo, y que puede ayudarnos también en la prevención de una de las enfermedades más comunes de nuestro tiempo: la obesidad.
La tecnología de los wearables ha avanzado de tal manera que todos los datos que registra una pulsera o un smartwatch se encuentran interconectados, no aislados en compartimentos estancos, y esto da pie a que se puedan ofrecer recomendaciones personalizadas para cada usuario.
A través de los datos que registra nuestro wearable podemos saber cuánto nos movemos (y si es necesario que nos movamos un poco más), cuánto entrenamos (y si lo hacemos a la intensidad adecuada para alcanzar nuestros objetivos), cuánto y cómo dormimos (porque recordemos que un mal descanso puede influir negativamente en nuestra dieta)... En definitiva: un wearable puede ayudarnos a controlar una gran cantidad de factores relacionados con el sobrepeso y la obesidad, pudiendo así prevenirlo o colaborando a la hora de revertirlo.
En cualquier caso, debemos tener claro que la tecnología y, en este caso los wearables, son una herramienta más en manos de los profesionales que pueden ayudarles a realizar mejor su trabajo. Pero, al menos de momento, y seguramente también en un futuro cercano, no son un sustituto de estos profesionales.
Imágenes | @LadyFitnessmad
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