Fiestas es sinónimo de estar comiendo a todas horas, de sobrecargar al estómago y el aparato digestivo. En estas fechas nuestros menús se transforman en volcanes calóricos y las grasas y alcohol abundan por todos sitios.
El exceso de comida puede desembocar en atracones o indigestiones, molestos trastornos digestivos debidos a la gran cantidad de comida que ingerimos, que enlentecen la digestión y aumentan las secreciones gástricas.
Los protagonistas de estos atracones suelen ser: alimentos ricos en grasas (mantecados, carnes grasas), en azúcares (dulces, alcohol) y en ácido úrico (marisco), que provocan un sobreesfuerzo del aparato digestivo con ciertas consecuencias incómodas: acidez, flatulencias, abdomen hinchado, pesadez de estómago...
Esto no quiere decir que no debamos de comer este tipo de alimentos en Navidad, sino que en la moderación está la virtud. Al primer indicio de haber comido más de lo normal lo mejor es parar y un buen consejo en las cenas navideñas es comer despacio porque éstas suelen ser interminables y mientras haya comida seguiremos moviendo el bigote.
Uno de los factores más importantes en la prevención de atracones está en la cocina. Se pueden elaborar platos ricos pero también ligeros: el pescado, las verduras y la fruta pueden incorporarse a los menús navideños sustituyendo en parte a las carnes grasas. También hay que tener en cuenta que los platos asados serán más saludables que las frituras.
Otro tema es el de las bebidas alcohólicas, de las que también se suele abusar. Una copa de vino o de cava para los brindis no nos hará mal, pero los excesos alcohólicos conllevan gran contenido calórico y fuertes subidas de azúcar.
Y por supuesto, no debemos de abandonar el hábito de seguir realizando actividad física, así las calorías no se acumularán en el organismo y facilitaremos al aparato digestivo a realizar la digestión.
Vía | Salud Terra