El ayuno intermitente parece estar de moda. En los últimos meses se ha venido hablando cada vez más de este patrón nutricional. La ciencia parece avalar su uso dentro de un estilo de vida saludable.
Pero, además de eso, ¿qué aplicación tiene a nivel clínico? Es decir, ¿podemos usarlo para tratar alguna enfermedad? La respuesta es sí. De hecho, de este tipo de planteamientos surgen los conocimientos que tenemos al respecto del ayuno, principalmente.
El ayuno para tratar el sobrepeso
Antes de proseguir, es importante entender que el ayuno no es una suerte de patrón alimenticio milagroso. Sus beneficios se enmarca única y exclusivamente dentro de un cambio radical de estilo de vida. El ayuno, en sí mismo, no tiene por qué ser beneficioso si no lo practicamos junto a una dieta saludable y un estilo de vida activo. Dicho esto, aunque todavía existen pocos estudios al respecto, sí que hay algunas evidencias interesantes.
La primera de ellas, probablemente, sea aquella que relaciona el ayuno con la pérdida de peso. A nivel terapéutico, para personas con sobrepeso, el ayuno intermitente, especialmente el de 24 horas, que alterna un día de ingesta y otro de ayuno, ha demostrado ser verdaderamente interesante para perder peso rápidamente. Algunos estudios apuntan a una relación beneficiosa con la microbiota intestinal.
Por otro lado, y como ya hemos dicho, esta pérdida de peso siempre va asociada a una restricción calórica importante, sea cual sea el estudio. También es importante resaltar que en muchos de los casos la pérdida de peso rápida implica un efecto rebote en los seis siguientes meses. Por el contrario, el ayuno intermitente bajo un patrón 16:8 ha demostrado ayudar en la pérdida de peso y en la adherencia de un estilo de vida saludable a la hora de tratar la obesidad.
El ayuno para tratar la diabetes y otras enfermedades metabólicas
Uno de los resultados más prometedores del ayuno intermitente está relacionado con la insulina. Esta hormona controla los picos de glucemia (el azúcar disuelto en sangre), uno de los indicadores metabólicos mejor conocido y más relacionado con la economía energética de nuestro cuerpo. Lo que se ha observado es que el ayuno es muy beneficioso a la hora de controlar los niveles de insulina y picos de glucemia.
Esto ha demostrado ser eficaz a la hora de prevenir la diabetes tipo 2 en personas prediabéticas y sanas. Por desgracia, no queda tan claro su uso para tratar la diabetes una vez manifestada, pero sí que se ha comprobado, en ratas, que es capaz de frenar su desarrollo. Esto nos hace pensar que, tal vez, podamos frenar su progresión mediante el ayuno. También se ha comprobado el efecto beneficioso a largo plazo que tiene el ayuno en el control de enfermedades metabólicas varias.
El ayuno para combatir los ataques al corazón
Muy relacionado con la diabetes, los tratamientos mediante ayuno parecen ser bastante útiles para prevenir y tratar accidentes cerebrovasculares. El mecanismo metabólico es complejo, pero está relacionado con el control de los picos de glucosa. Se ha observado una mejora sustancial en el uso de este tipo de patrón nutricional, unido a una dieta restrictiva, en personas que han sufrido accidentes cardiovasculares importantes. Además, también se ha comprobado un interesante efecto protector en estas personas.
El ayuno para mejorar el sistema neurológico
Adicionalmente, además de la protección vascular, y probablemente por los mismos mecanismos, también se ha observado un uso protector y terapéutico para problemas neurológicos. Aunque más limitado en evidencia a nivel terapéutico, existen varios estudios que apuntan a un beneficios mecanismo de ayuda a la neuroplasticidad de las células. De nuevo, habría que entender la relación existente para poder determinar adecuadamente la aplicación terapéutica del ayuno en enfermedades neurológicas concretas. Pero claro, eso requiere revisarlas una a una.
El ayuno no es una panacea
Como vemos, sí, existen evidencias y tratamientos basados en el ayuno. Esto es solo una pieza más del complejo puzle que avala sus beneficios, pero no lo es todo, ni mucho menos. De hecho, como se observa en los estudios arriba referenciados, a veces no es suficiente. El ayuno es una herramienta que sirve para potenciar los hábitos de vida saludables, no una aplicación enteramente útil por sí misma.
De nada nos va a servir hacer ayuno intermitente si persistimos en una vida sedentaria y en una alimentación inadecuada, ni a nivel preventivo ni a nivel terapéutico. Por otro lado, cada vez son más los médicos y nutricionistas que ven en el ayuno una importante aplicación.
Poco a poco, este patrón se va adaptando a las convenciones diarias de alimentación terapéutica, pero siempre con raciocinio. El ayuno puede ser muy beneficioso, pero no es una panacea y, por descontado, no nos servirá de nada si no lo empleamos adecuadamente.
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