Las cinco claves para conseguir un bronceado lo más saludable posible este verano

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

Seguimos en busca de una piel bronceada, pero nadie quiere exponerse a un melanoma. ¿Se puede tomar el sol sin sufrir daños? El bronceado es la reacción de defensa natural que tenemos los seres humanos ante la radiación demasiado energética.

En esta época del año, los rayos del sol son especialmente peligrosos. Broncearse es estresar nuestra piel. Si vamos a hacerlo, al menos, hagámoslo con la seguridad adecuada y convirtámoslo en algo lo más saludable posible.

¿Por qué nos bronceamos?

La norma estética de pieles bronceadas se asocia con algo atractivo. Sin embargo, antes de continuar hay que dejar clara una cosa: es una reacción de defensa. Es decir, es una forma de defendernos del daño que produce la radiación ionizante, es decir, la que contiene suficiente energía como para producir un daño a nivel molecular.

Los encargados de dicha defensa son los melanocitos. Al recibir la radiación UV comienzan a producir melanina, un pigmento oscuro dedicado a capturar esa radiación y disipar su energía de manera química para que no sea capaz de alterar a la célula.

Da lo mismo el factor de protección que usemos, porque siempre llega radiación a la piel. Cuanto más morenos, más radiación hemos recibido. Esto no es algo bueno, por mucho que lo dicten los canones estéticos: quiere decir que nuestra piel ha sufrido más. Con el tiempo, esto tendrá sus consecuencias. Pero, por el momento, pensemos en lo más inmediato.

¿Cómo tomar el sol de la manera más saludable?

Si aún así queremos darnos ese toque moreno, aunque sepamos que estamos poniendo presión sobre la salud de nuestras células, lo mejor es hacerlo de la manera más saludable posible. ¿Cómo? Siguiendo algunas pautas adecuadas para asegurar el bienestar de nuestra piel y alejarnos del cáncer.

Utiliza crema protectora solar, pero úsala bien

Recuerda, si vas a tomar el sol, hazlo siempre con protección solar. Es más, ¿no vas a tomarlo pero vas a salir en horas de alta intensidad? Úsalo también. Y muy, muy importante, úsalo bien. Esto quiere decir que te asegures de que has extendido la crema adecuadamente y en cantidades suficientes.

Especial cuidado hay que tener con las zonas más sensibles, junto a los labios, nariz, ojos, orejas... Si no cubrimos adecuadamente todo el cuerpo que va a estar expuesto, habrá una zona en la que la radiación hará estragos. Y esto puede traducirse en un daño celular que podría acabar muy mal.

Usa la que más protección te de y reponla adecuadamente

En primer lugar, es recomendable ponernos crema entre 20 y 30 minutos antes de exponernos al sol. En segundo, una vez que lleguemos al sitio donde vamos a quedarnos en bañador (por ejemplo), es conveniente volver a ponernos crema solar. En tercer lugar, hay que reponer la crema cada dos horas, más o menos. A partir de este tiempo, el efecto disipador comienza a decaer rápidamente por la acción de la radiación.

Además de lo anterior, escojamos siempre la crema que más FPS tiene, que es la que más protección dará. No debemos preocuparnos por el bronceado. Una crema con más FPS asegura un color más uniforme y la protección contra las manchas (y problemas de la piel), siempre que esté bien extendida. En ningún caso deberíamos bajar de un FPS de 30.

Reponla cuando te bañes o sudes

El sudor y el agua pueden reducir hasta en un 80% el efecto de protección ya que el protector solar es arrastrado. Es muy importante volver a extender crema cada vez que nos mojemos para evitar que se pierda su poder protector. Por otro lado, no está de más recordar que el agua no tiene poder para protegernos de la radiación.

No pases más de 30 minutos bajo el sol

Eso de pasarse un par de horas tomando el sol en verano es jugar a la lotería, al menos en las horas más fuertes del día. No es conveniente pasar más de media hora con una incidencia directa del sol. Esto permite que alternemos de posición o de lugar. Pero no nos quedemos demasiado tiempo o someteremos la piel a demasiado peligro.

Evita las horas más intensas

Si lo que te gusta es ir a pleno medio día, cuando no hay casi nadie, a tomar el sol, deberías pensar que la razón de que no haya nadie no es solo porque sea la hora de comer. Al medio día, los rayos de sol son perpendiculares, de manera que la capacidad de transportar energía es más eficiente y... más peligroso para nuestra piel.

Debemos evitar, a toda costa, exponernos durante estas horas, puesto que el daño puede ser mucho mayo, incluso con un fotoprotector. Lo mejor es ir a media tarde y aprovechar cuando el sol comienza a bajar, o cuando comienza a subir, bien temprano, pero nunca al medio día.

Imágenes | Unsplash

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