El verano llega con el calor, el sol, la playa, el aire libre... y las insolaciones. El aumento de temperaturas y las ganas de estar fuera todo el rato aumentan sobremanera el peligro de sufrir esta afección o un golpe de calor.
Saber por qué ocurre, y de qué manera, puede ayudarnos a prevenir un problema que puede volverse muy grave si no lo atendemos adecuadamente. Las consecuencias de un golpe de calor o una insolación pueden resultar letales.
Esto es lo que le ocurre a tu cuerpo cuando lo calientas demasiado
Nuestro cuerpo está preparado para operar en cierto rango de temperaturas. Estas van entre los 34ºC, el umbral de la hipotermia, y los 39, el umbral de la hipertermia. A partir de aquí, el cuerpo comienza a sufrir problemas serios de temperatura. Problemas como, por ejemplo, el golpe de calor o la insolación, que no son lo mismo, pero están relacionados.
Cuando la temperatura asciende a 40ºC o más, nuestras proteínas tienden a desestabilizarse, desnaturalizarse y precipitar. En otras palabras, parte de nuestro tejido, así como muchas de las proteínas dedicadas a realizar todo tipo de funciones, "se rompen".
Esto comienza a manifestarse en todo tipo de consecuencias, aunque las más graves están relacionadas con el cerebro. Cuando este se calienta demasiado, el tejido neuronal comienza a sufrir daños graves e irreparables. Por lo delicado de la situación, nuestro cuerpo cuenta con medidas de control de la temperatura.
La principal es la sudoración, aunque también hay otros sistemas indirectos que tratan de ayudar a regular el aumento. En definitiva, la idea es que no nos "cozamos" por dentro. Gracias a este sistema podemos pasar mucho tiempo al sol, haciendo ejercicio intenso o en una habitación cerrada a más de 37ºC sin que suframos daño. Pero, ¿y si no podemos parar la acción del calor? Entonces tenemos un problema.
Golpe de calor e insolación, no son lo mismo
Aunque ambos están relacionados, no es lo mismo un golpe de calor, ni una pájara, ni una insolación. El golpe de calor, también conocido como fallo por estrés por calor, es el problema más general relacionado con la temperatura. Los primeros síntomas son mareo, fatiga, confusión, náuseas... estos pueden llegar a alcanzar las alucinaciones, el desmayo por agotamiento hipertérmico y hasta un cuadro vegetativo. La pájara, muy relacionada en síntomas, está más conectada a la extenuación o con los niveles de glucemia.
Por el contrario, la insolación cursa como el golpe de calor pero está directamente relacionado con el sol. Aunque también se sufre del exceso de temperatura, además, se aprecian daños en la piel (que se quema por sobreexposición), puede aparecer un eritema y otras manifestaciones del exceso de radiación solar.
Tanto el golpe de calor como la insolación cursan con un exceso de temperatura, pero el primero puede ocurrir en cualquier lugar, y el segundo solo con la presencia de sol (aunque este no incida directamente). Por eso, los daños del segundo, además del exceso de temperatura, están provocados por la radiación solar.
Los peores casos de golpes de calor e insolaciones terminan por tener consecuencias fatales para quienes lo sufren. Estas pueden ir desde el coma por estrés hipertérmico, los daños irreparables a nivel neurológico o, incluso, la muerte. Aunque no es común, tampoco es difícil llegar a este punto si no tomamos medidas preventivas.
¿Qué hacer y cómo prevenir la insolación?
Para prevenir el golpe de calor y la insolación es imprescindible escoger las horas en las que haga menos calor para salir o hacer deporte. Hidratarnos bien es esencial, así como usar ropa adecuada para la época del año, fresca, pero que cubra parte de la piel.
Evitar las horas de máxima intensidad, es decir, al medio día, especialmente en lo más crudo del verano, es importantísimo, no solo por el calor, sino también por la radiación. Entre las 11 y las 18 horas, el sol tiene una máxima incidencia ya que sus rayos son perpendiculares.
Esto no solo provoca un calor que puede resultar peligroso, sino que la acción del sol sobre la piel, a pesar de que llevemos protector solar, es máxima. Por supuesto, llevar crema protectora es de gran importancia y nos ayudará a evitar problemas con la piel, pero no es suficiente para evitar una insolación.
El estar a la sombra no siempre es suficiente, ya que la radiación rebota en el ambiente, y puede seguir produciendo sus efectos. Como decíamos, hidratarnos es de vital importancia ya que sin agua suficiente nuestro cuerpo no puede sudar, que es el mecanismo principal de enfriamiento.
Bajar la temperatura puede ser un buen medio de prevenir el golpe de calor asociado a la insolación, sumergiéndonos, por ejemplo, aunque hay que hacerlo con cuidado para evitar una hidrocución. Eso sí, no olvidemos que en el agua, aunque no notemos el calor, los rayos del sol siguen haciendo su efecto, y podremos seguir en peligro de sufrir daños por la radiación solar.
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