Consumo de antiinflamatorios y rendimiento: ¿hasta qué punto afecta a nuestros resultados?

Es muy habitual consumir fármacos como el ibuprofeno, que provocan un efecto antiinflamatorio y que pueden servir para calmar el dolor de cabeza, algún dolor muscular o menstrual leve, y algunas molestias del resfriado común, entre otras cosas.

El problema viene cuando se abusa de estos fármacos, ya que en caso de que lo hiciésemos podríamos provocar interferencias con los mecanismos que pueden ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento y nuestra forma física.

Dicho esto, vamos a explicarte hasta qué punto es seguro el consumo de este tipo de fármacos, pero ten en cuenta que todo esto no sustituye el consejo que ha podido brindarte un profesional en base a tu valoración particular.

El efecto de los antiinflamatorios a nivel celular

Un mecanismo que provoca el ibuprofeno y muchos otros fármacos antiinflamatorios es la inhibición de la ciclooxigenasa-2, tal y como se ha observado en muchos estudios.

Al inhibirse esta enzima se lleva a cabo una serie de reacciones que termina reduciendo la activación de las células satélite, lo cual es algo importante porque estas células permiten la reparación del tejido y la ganancia posterior de masa muscular.

Cómo afectan los antiinflamatorios a los deportistas

Como en la mayoría de casos; depende.

En una revisión de 2012 se vio que aunque los fármacos antiinflamatorios podían reducir la síntesis de proteínas musculares post-entrenamiento, el grupo que los consumió no ganó menos masa muscular.

De todos modos, este resultado se debió a que el consumo de antiinflamatorios fue relativamente bajo, y en ese caso no tiene por qué haber ningún problema, pero lo que sí que se ha visto recientemente es que quienes consumían dosis más altas sí que comprometían sus ganancias.

En sujetos jóvenes, parece que unos 1200 miligramos diarios son suficientes como para reducir las adaptaciones a nivel de masa muscular y fuerza, pero en ancianos la cosa es un poco distinta.

En este segundo grupo de población se vio lo contrario, y es que los ancianos tenían niveles de inflamación mucho más altos debido probablemente a consecuencias relacionadas con el envejecimiento.

Estos niveles de inflamación interferían más sobre las ganancias que el propio hecho de consumir dosis altas de antiinflamatorios, y de hecho al mitigar parte de esta inflamación, las condiciones les fueron incluso más favorables a la hora de mejorar su composición corporal.

Entonces, la conclusión que podemos sacar de todo esto es que no podemos juzgar el uso en sí de este fármaco como bueno o malo, sino que en su lugar es conveniente valorar primero todos aquellos aspectos que pueden afectar a la respuesta que se produce al consumir un fármaco.

Entre estos aspectos tendremos la edad, los niveles basales de inflamación, la dosis y la frecuencia del consumo de fármacos, y todas las variables intrínsecas al propio entrenamiento, así que vemos que no podemos catalogar como blanco o negro a una amplia escala de grises.

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