Coordinar una intervención quirúrgica con nuestro ritmo circadiano podría ayudar a curarnos más rápido y mejor

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

A estas alturas a nadie le extraña que el ritmo circadiano, nuestro reloj biológico interno, sea una razón de peso para mantener nuestra salud. Sabemos que afecta a la comida, al deporte y, sí, también a las intervenciones quirúrgicas.

Así lo ha comprobado un equipo de investigadores, cuyos resultados arrojan interesantes pesquisas para mejorar los tratamientos, especialmente los relacionados con las operaciones. Esto podría abrir nuevas puertas para orientar los horarios y formas de las intervenciones en los hospitales. Su secreto, parece ser, estaría en los antinflamatorios.

Una recuperación circadiana

La inflamación es crucial para la curación. Especialmente después de la cirugía, ya que parte del proceso inflamatorio implica la destrucción de cualquier bacteria que pueda afectar a la zona operada. También ayuda a atraer a las células que reconstruirán los tejidos. Curiosamente, durante este proceso ocurren muchas y muy diversas cosas.

Por ejemplo, hay períodos de inflamación que en realidad son muy destructivos para el tejido y hay períodos que dedicados a recuperarlo, muy importantes para la curación. El proceso destructivo de los tejidos, en muchas ocasiones aparece como consecuencia de la naturaleza del propio proceso y no es beneficioso.

Pero lo curioso es que este proceso está ligado a nuestro ritmo biológico. Sí, ocurre dirigido por la producción de hormonas y sustancias procedentes de la cascada metabólica que ocurre acorde con nuestro ritmo biológico. En concreto, la fase destructiva del ritmo circadiano, en lo que se refiere a la curación ósea, ocurre durante el día, cuando las células conocidas como osteoclastos descomponen los huesos. Las células constructivas, conocidas como osteoblastos que reconstruyen los huesos, están activas durante la noche, grosso modo.

Antinflamatorios durante el día, pero no por la noche

Para mejorar la recuperación, muchas farmacéuticas trabajan en medidas para controlar la fase constructiva y reducir la destructiva, potenciando la recuperación. Pero, ¿y si en vez de usar solo fármacos empleáramos el ritmo natural del cuerpo para optimizar su potencia? Eso mismo es lo que han tratado de abordar en un reciente estudio.

En él, los investigadores han utilizado las variaciones circadianas en la inflamación. Para ello han limitado el uso de antinflamatorios por las mañanas, administrando analgésicos durante la noche para mitigar el dolor. Es importante decir que no todos los analgésicos tienen un componente antinflamatorio, aunque estos últimos se usan de forma común para tratar el dolor.

El resultado, explicaban los investigadores, ha sido sorprendente ya que muestra una diferencia significativa en los tiempos de recuperación: las personas a las que se le administraban los antinflamatorios solo durante el día, y no durante la noche, se recuperaron antes, adquiriendo más masa ósea más rápido.

Además, al parecer, hay una relación de 500 genes relacionados con los procesos de regeneración ósea que se expresan de forma diferente según se administren estos antinflamatorios. El equipo cree que esto está relacionado con el proceso de cura, pero bien podría ser tanto la causa como la consecuencia.

El secreto de una recuperación mejor

Curiosamente, nuestra fisiología ha preparado a nuestro cuerpo para recuperarse, principalmente, durante la noche. Tiene un sentido biológico ya que durante esta fase de nuestra vida estamos quietos y se despiertan ciertos eventos metabólicos y físicos. Esto, precisamente, es lo que ocurre en la recuperación del hueso ante un accidente o una operación, por ejemplo.

Este estudio confirma la popular creencia de que sanamos más y más rápido cuando vamos a dormir. Pero también arroja luz sobre otros aspectos que, en un principio, tal vez pasaran desapercibidos. Estos son, por ejemplo, el hecho de que existan fármacos que pueden interactuar con dichos procesos. Fármacos como los antinflamatorios.

Aunque este es solo un estudio, y requiere de nuevas investigaciones que amplíen la información, este apunta a la utilidad que tiene el aprovechar los cambios fisiológicos para potenciar al máximo la capacidad regenerativa instigada por el propio ritmo circadiano. Con estos conocimientos, quién sabe, tal vez podamos revisar lo que sabemos sobre los fármacos empleados en las operaciones quirúrgicas con un fin.

El fin, claro está, de aprovechar al máximo las condiciones de la mejor herramienta de la que disponemos, que es nuestro propio cuerpo. Una herramienta que, como vemos en estudios como este, tiene un potencial increíble una vez que conocemos los entresijos de su funcionamiento.

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