El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el "libro" que por consenso describe las enfermedades relacionadas con la psicología, no recoge el síndrome postvacacional. Eso no quiere decir que no lo suframos, claro.
¿Qué nos ocurre a la hora de volver de vacaciones? ¿Por qué lo pasamos mal? Más importante aún es saber qué podemos hacer para dejar de sufrir. ¿Podemos enfrentarnos a esta pequeña "depresión" y salir con la victoria en la mano?
¿A qué llamamos depresión postvacacional?
De manera muy parecida a la astenia primaveral, el síndrome postvacacional no puede ser considerado una enfermedad. Eso no quiere decir que no haya gente que no lo sufra. ¿En qué consiste? Lo más normal es que se manifieste con un desánimo, desconcentración, sensación de tristeza, hastío y hasta "debilidad" a nivel anímico. Suele aparecer unos días después de la vuelta a la rutina, aunque hay quien llega a sufrirlo incluso unos días antes.
En algunos casos, este problema aparece con insomnio y nerviosismo, lo que empeora el cuadro de "síntomas". La capacidad de concentración se ve limitada, y la tolerancia al trabajo es escasa y está caracterizada por una intensa sensación de desidia y hastío. En otras ocasiones más dramáticas, puede aparecer una sensación de angustia vital que puede llevar a un bloqueo en el cual la persona que lo presenta es incapaz de tomar cualquier decisión.
Otra manifestación del síndrome postvacacional es cierta agresividad acompañada de mal humor. Este cuadro tiene muchas similitudes con la sintomatología más propia de un cuadro depresivo. En definitiva, se puede sufrir una suerte de consecuencias, todas relacionadas con el ánimo y el bienestar, que pueden ir variando en intensidad y síntomas, aunque muy rara vez son graves y se van al poco tiempo.
No es una enfermedad de verdad, pero eso no importa
Como decíamos, la depresión postvacacional no puede considerarse una enfermedad porque no tiene diagnóstico claro. Además, sus consecuencias son relativamente ligeras, por muy molestas que resulten. Pero claro, eso no le resta importancia para quien la sufre. Sea o no sea enfermedad, ¿por qué aparece este mal?
Según el Dr. Francisco Javier Lavilla Royo, de la Clínica Universidad de Navarra, este aparece como consecuencia de un fallo en la adaptación a una nueva situación. Cuando el proceso de adaptación fracasa, se generan una serie de molestias a nivel psicológico. También existe un componente fisiológico relacionado con nuestro ritmo circadiano, que hace que se intensifiquen los síntomas.
Durante el periodo vacacional rompemos rápidamente con nuestra rutina, cambiando nuestras horas de sueño, comidas, actividad física... Todo influye en la modificación de nuestro ritmo biológico. De esta manera, sufrimos las consecuencias de un cambio brusco, como cuando llegamos a las vacaciones, pero a una realidad que no es tan placentera.
A lo anterior, se le une la sensación de obligatoriedad, de monotonía y hasta de autoridad, ejercida por el entorno laboral. La incapacidad de adaptarse bien a todos estos cambios, repentinos, provoca un malestar que puede durar días o semanas. Pero, por suerte, esto también nos permite prevenirlos o reaccionar ante dichos problemas.
¿Qué podemos hacer para superar el síndrome postvacacional?
Sí, por supuesto que existen "consejos" para ayudarnos a superar el dichoso síndrome de depresión postvacacional. ¿Son infalibles? Desde luego que no. ¿Son útiles? Claramente sí. Que funcionen o no depende de cada persona.
La mejor solución es una buena prevención
Como decíamos, el principal problema es la adaptación. Esto tiene un componente de tiempo claro. Si se hace rápidamente tenemos más posibilidades de que fracasemos. Así que mejor comenzar con el periodo de adaptación cuanto antes. ¿Cómo? Retomando rutinas una semana antes de volver: hacer ejercicio a la misma hora, levantándonos temprano, volviendo a los mismos horarios de comidas... Al menos, de esta manera, el "golpe" de nuestro trastocado ritmo circadiano se verá mitigado.
Busca novedades en tu vida
Parece el peor momento para disfrutar con algo nuevo. Sin embargo, puede ser el factor que nos hace falta para romper con la rutina que tanto estamos odiando ahora mismo. Esto nos brindará nuevas perspectivas a la vez que ayudará a que mantengamos el sistema de recompensa de nuestro al día. Probar actividades nuevas es el mejor ejemplo para ello.
Aprovecha para volver a tus aficiones
Tras la ruptura vacacional, una afición que entre dentro de la rutina, especialmente si es compartida, puede ayudarnos enormemente a volver al día a día. No subestimes tus hobbies, especialmente si son mantenidos durante todo el año
Facilita tu vuelta a la rutina
El orden, la sencillez y la simpleza ayudan a hacer el proceso más llevadero. Un escritorio ordenado, tareas simples y sin complicaciones, que todo vaya como la seda, dejar los conflictos para más adelante... todo esto jugará a nuestro favor.
Deja lo complicado para un par de semanas después
Puede que no sea posible esquivar todo lo complejo y malo que tenga tu día a día: una decisión importante o una discusión de pareja pueden ser inaplazables. Pero si hay la más mínima posibilidad, sin que sean peores las consecuencias, mejor espera a que se haya pasado un poco el mal momento. Así no incrementarás las sensación de malestar y, además, tomarás mejores decisiones con casi total seguridad.
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