Por todo el mundo, la dermatitis atópica afecta a hombres y mujeres por igual. Se estima que entre un dos y un cinco por ciento de la población sufren de esta molestia que, aunque no resulta grave, puede ser un auténtico incordio.
Sus causas son muchas y diversas. Y, aunque tratarla no es fácil, podemos intentar mitigar algunos de sus efectos gracias a la prevención. Hoy hablamos de este problema, de sus síntomas y de mucho más.
¿Qué es la dermatitis atópica y qué síntomas la acompañan?
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica. Esto quiere decir que vuelve cada cierto tiempo provocando una irritación e inflamación y un prurito: picor intenso. Suele darse en las superficies flexoras de codos y rodillas, en el cuero cabelludo, en la cara y en el torso.
Además de la propia dermatitis, también pueden ocurrir otros problemas relacionados directa o indirectamente. La dermatitis atópica aparece con un ligero picor e irritación que aumentan de intensidad en poco tiempo. Pueden aparecer ampollas y costras que llegan a supurar.
En algunos casos más violentos aparecen erupciones cutáneas más extendidas. Con el tiempo aparecen áreas de piel más curtidas debido a los problemas de irritación. También es común la excoriación, o dejar la piel en carne viva, como resultado de la irritación.
Si la dermatitis atópica se padece mucho tiempo, podrían aparecer zonas gruesas o coríaceas debido al intenso rascado e irritación, y como parte de una respuesta excesiva de la piel. No se conocen casos mucho más graves, aunque la intensidad de la dermatitis es muy variable y puede ser bastante molesta.
¿Por qué aparece la dermatitis atópica?
En realidad, los factores que dan origen a esta enfermedad no quedan del todo claros. No hay una causa exacta y existen varias hipótesis sobre su aparición. Entre ellas se consideran tres factores importantes: el genético, el inmunitario y el ambiental.
En una gran mayoría de pacientes existen antecedentes familiares de dermatitis y otras manifestaciones de atopía (alergias y patologías asociadas a la dermatitis). Esto hace pensar que existe un componente genético transmitido. Aunque se han observado varias moléculas relacionadas, no se ha aislado un gen concreto o un mecanismo molecular que lo explique con exactitud.
Por otro lado, el sistema inmunitario es el encargado de producir los efectos que se observan en la dermatitis atópica. También se ha observado la colonización de bacterias como Streptococcus aureus en los casos de dermatitis atópica, entre otros microorganismos. Las pruebas moleculares hacen suponer que el sistema inmunitario es un gran actor dentro de la dermatitis.
También se puede asociar a una manifestación alérgica, lo que explica muchos de los síntomas y su etiología. Esto también puede vincularse a los trastornos relacionados con el gluten. En definitiva, no tenemos una causa clara o concisa de la manifestación de la enfermedad. Lo que sí que sabemos con total seguridad es que existe un mito muy extendido: que la dermatitis aparece con los nervios y el estrés. Si bien puede que el estrés ayude a desencadenar una reacción más intensa, no existen evidencias de esta afirmación.
¿Cómo debes cuidarte?
Existen dos formas de encarar el problema. En primer lugar, el tratamiento busca reducir los síntomas inmediatos: el picor, la hinchazón, las heridas... Para ello podemos emplear cuidados cosméticos convencionales. Estos consisten en aplicar cremas y lociones hidratantes que ayuden al cuidado de la piel.
En el caso de una gran intensidad, el especialista podría recomendar cremas con corticoesteróides cuya finalidad es reducir la inflamación y la hinchazón. Estas cremas, y otras analgésicas, solo deben utilizarse bajo supervisión médica. En otros casos, los fármacos inmunosupresores, como el tacrolimus y el pimecrolimus han demostrado ser eficientes para reducir los síntomas. Huelga decir que estas sustancias también se usan solo bajo supervisión médica.
Para prevenir, y reducir los episodios y su intensidad, es bueno adoptar varias estrategias. Por ejemplo, la dieta puede ser una gran aliada contra este problema: según el caso, podría verse un beneficio al reducir el gluten u otras sustancias que despiertan una reacción inmunitaria. Se han descrito numerosos casos de dermatitis atópica disparada por la hipersensibilidad alimentaria, aunque cada caso es completamente distinto y no existen patrones concretos.
Para poder determinar estos cuadros es imprescindible acudir a un especialista. Evitar sustancias abrasivas, rasguños, una exposición intensa al sol, mantener la piel en situación de humedad y otros aspectos que podrían dañar la piel y permitir la invasión de agentes externos es muy importante, también.
Además, existen algunos estudios que han comprobado la eficacia de una dieta rica en ácido eicosapentanoico, un ácido graso que se encuentra principalmente en los aceites de pescado, en las sardinas, el salmón, la spirulina y otros alimentos. Por lo demás, solo el cuidado inmediato, una buena higiene, pero sin ser excesiva, y el uso de cremas hidratantes nos ayudarán a prevenir los episodios más intensos.
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