En invierno: ¿peligro de deshidratación?

En invierno y con el frío, es frecuente tener menos sensación de sed y sudar menos, no obstante, la hidratación continua siendo un factor que no puede estar ausente antes, durante y los entrenamiento, pues puede perderse agua en grandes cantidades sin que nos demos cuenta.

Aunque no lo pensemos, a pesar de las bajas temperaturas, en invierno también existe peligro de deshidratación, por eso, te explicamos a que se debe dicho riesgo y como solucionarlo para prevenir un déficit en tu rendimiento físico a causa de la perdida de líquidos.

Cuando el frío se hace presente, la alimentación cambia así como los deportes que realizamos, entonces, las frutas y verduras comienzan a verse menos en nuestra mesa y debido a que su aporte de agua es significativo en verano, donde las frutas abundan y las hortalizas refrescan, en invierno, el cuerpo percibe esta disminución de líquidos.

Además, los deportes que predominan se realizan en ambientes fríos y rodeados de nieve, por ejemplo, el esquí, el snowboard, el alpinismo, entre otros. Sin embargo, aunque las temperaturas se perciban muy bajas y no notemos la sudoración como en climas de verano, la ropa aislante y el esfuerzo físico propio de la ejercitación, generan una pérdida de agua que, si no se repone adecuadamente, incrementa el riesgo de deshidratación así como también, reduce el rendimiento y acelera la aparición de fatiga.

Por otro lado, con las bajas temperaturas, nos vemos reacios a ingerir líquidos, pues fríos parecen acrecentar el impacto del invierno en nuestro cuerpo y a temperatura ambiente no resultan apetecibles. Este es otro de los factores, sumados a la menor sensación de sed y la menor ingesta de alimentos ricos en agua, que pone en peligro nuestra hidratación.

Asimismo, en invierno nos abocamos a realizar más actividades físicas intensas, pues creemos que es el clima propicio para prevenir golpes de calor y por ello, el mejor momento para incrementar los ejercicios aeróbicos. Sin embargo, éste tipo de actividades son las que más calor generan en nuestro cuerpo y por ello, las que más pérdida de líquidos provoca.

Por todo lo antes dicho, debemos recordar siempre beber líquidos aunque no experimentemos sensación de sed, aunque no percibamos la pérdida de líquidos a través de la sudoración y es importante que antes del entrenamiento, así como durante y después del mismo, tomemos al mínimo 300 ml de agua.

Recuerda que también es importante incluir líquidos mediante los alimentos, por ello, consume las frutas y verduras hervidas, al vapor o al horno, consume sopas de verduras, cuya temperatura es propicia en invierno y no olvides que las frutas también puedes ingerirlas en forma cocida o frescas a temperatura ambiente.

Todos estos sencillos recursos favorecerán tu hidratación en invierno y mantendrá tu rendimiento físico, pues tu cuerpo no sentirá cambios notorios más allá del clima frío de esta época del año.

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