La epicondilitis es una condición adversa que aparece cuando se genera tensión especialmente en los tendones del antebrazo, y se origina sobre todo cuando se llevan a cabo de manera crónica gestos en los que se extiende la muñeca y se supina el antebrazo.
Este problema cursa con un dolor en la cara externa del codo que puede ser muy molesto y que puede impedir que el brazo realice ciertos movimientos con normalidad.
Ten en cuenta que la epicondilitis no es algo exclusivo de los jugadores de tenis, así que te puede resultar interesante poner en práctica los ejercicios que te comentamos a continuación si quieres reducir el riesgo de sufrirla.
Torsión de toalla
Un ejercicio muy simple que todos podemos llevar a cabo es la torsión de toalla, que únicamente requiere que cojamos una toalla con ambas manos y tratemos de estrujarla, como si estuviera mojada y quisiéramos escurrir todo el agua posible.
Con una de nuestras manos tiraremos hacia nosotros mientras que con la otra llevaremos a cabo el gesto contrario. Es conveniente que mantengamos los hombros relajados durante todo el movimiento ya que lo que buscaremos será un trabajo más centrado en los músculos del antebrazo.
Supinación del antebrazo
Otro ejercicio que puede ayudarnos con la epicondilitis y que de hecho es muy sencillo de hacer es la supinación del antebrazo.
Para llevarlo a cabo solo necesitaremos un objeto que nos ofrezca algo de resistencia de modo que podamos volvernos más fuertes en ese gesto (puede ser una mancuerna, una botella de agua, o en general cualquier objeto que sea algo pesado).
Agarraremos firmemente ese objeto, apoyaremos el antebrazo sobre una superficie sólida con la palma de la mano hacia abajo, y desde ahí lo único que tendremos que hacer es tratar de girar la muñeca de modo que la palma de la mano termine mirando hacia nosotros.
Extensión de muñeca
Otro ejercicio muy similar es la extensión de muñeca, que solo requiere levantar un peso con nuestra mano mientras mantenemos apoyado el antebrazo y la palma de nuestra mano apunta hacia el frente.
Los músculos encargados de llevar a cabo este gesto tienen muy poca fuerza, así que sé conservador con el peso que utilizas especialmente si ya sufres dolor.
Intenta que solo se desplace la muñeca durante el ejercicio mientras las demás articulaciones se mantienen fijas, porque de lo contrario estarás haciendo mal el ejercicio.
Flexión de muñeca
Ahora llevaremos a cabo el gesto contrario al anterior; la flexión de muñeca.
En este movimiento podrás cargar mucho más peso, así que utiliza algún objeto que te permita hacer series de entre diez y quince repeticiones dejando entre una y tres repeticiones en recámara.
De nuevo, intenta que el antebrazo se mantenga estable mientras la muñeca se flexiona, pero esta vez con las palmas de las manos apuntando hacia ti.
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Vídeos | NHS Ayrshire & Arran, www.sportsinjuryclinic.net, en YouTube
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