La obesidad infantil es un problema que afecta a muchas personas hoy día, y es que en la actualidad la falta de actividad, y la mala alimentación hacen que los niños se vean afectados por una enfermedad que antes solamente se asociaba a mayores. Es importante que reaccionemos y que tomemos cartas en el asunto para acabar con este mal.
La obesidad no es un caso perdido, ya que cambiar los hábitos de vida es una buena solución para combatirla. La infancia es la fase de nuestra vida en la que nos formamos para el futuro. Muchas de las vivencias de la infancia nos marcarán en la vida adulta, por lo que es importante que controlemos algunos aspectos a tiempo y evitemos que un niño desarrolle una obesidad que le acompañe de por vida. Simplemente sirve con adaptar los hábitos y encaminarlos a una vida más sana.
Como ya sabemos, la base de una buena salud es la práctica habitual de deporte, pues es una de las mejores maneras de mantener un buen peso y mejorar la salud. En el caso de los niños, debemos procurar que lleven a cabo por lo menos 60 minutos diarios de actividad deportiva. Para conseguirlo es importante que tomemos algunas medidas al respecto. Es importante que inculquemos a nuestros hijos el gusto por el deporte y les trasmitamos los beneficios que su práctica les va a deparar.
Uno de los principales aliados de la obesidad infantil es el sedentarismo, derivado de largas horas frente al televisor, la videoconsola, el ordenador... El niño ha encontrado en este tipo de ocio su mayor entretenimiento, algo que debe cambiar. Esto está en la mano de los padres, que son los que deben controlar las horas que los niños pasan frente al televisor. Es importante que restrinjan los tiempos y que este tipo de actividades sedentarias no se conviertan en el principal ocio de los niños. Para lograrlo es importante establecer unos horarios y hacer que se cumplan.
En muchos casos el niño no practica deporte porque le parece aburrido y prefiere hacer otras cosas. Para evitar esto es fundamental que le echemos imaginación y hagamos del deporte una actividad divertida, es decir, podemos imaginar historias y hacer de la actividad una gran aventura. Un ejemplo puede ser jugar a buscar un tesoro que hayamos escondido y a través de una serie de pistas que vamos dejando dar las claves para llegar al lugar donde está escondido el premio.
Pero no solamente la actividad tiene que ser divertida, sino que debe ser sencilla para que todos los niños la puedan llevar a cabo. Muchas veces la complicación de las actividades y la poca destreza del menor hacen que les frene a la hora de practicar esa actividad y acabarán viéndola como un suplicio en vez de como una diversión.
Es fundamental que nos mezclemos con nuestros hijos y seamos parte activa de su actividad, ya que como sabemos los niños imitan, y si ven que nosotros practicamos deporte ellos lo harán. Esto es algo que no debemos pasar por alto para lograr que nuestros hijos no sufran de obesidad y tengan una buena salud. Aunque no solamente les servirá para ahora, sino que le inculcaremos el amor por el deporte que practicarán a lo largo de toda su vida.
Imagen | msmail
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