El uso de la faja en gimnasios está de moda. Cada vez son más las personas que vemos que llevan esta prenda a la hora de entrenar. Muchos son los motivos que esgrimen a la hora de justificar su uso, y es que hay quienes aseguran que es la mejor manera de acabar con las grasas localizadas en determinadas zonas, hasta los que creen que es una de las mejores maneras de fortalecer los músculos de la zona en la que se aplica para mantener la postura correcta. Por ello en este post queremos ver el uso que tiene la faja.
En torno a la faja existen muchas creencias y muy pocas personas saben realmente el verdadero funcionamiento que tiene. Antes de nada veremos lo que es una faja, una prenda, que normalmente suele ser de neopreno o cualquier otro material térmico para que sudemos. Esta prenda suele ponerse en caderas o vientre o ambos a la vez y sirve para conseguir aumentar la temperatura de la zona en la que se coloca, lo que provoca sudor en este lugar.
La faja como quema-grasas
Precisamente este sudor es lo que ha hecho creer siempre que la faja lo que hacía era entrar en combustión las grasas de la parte sobre la que se aplicaba. Esto no es para nada cierto, ya que la única manera de quemar la grasa corporal es a través del ejercicio, ya que el cuerpo tiene una manera concreta para acabar con las grasas, que es consumir primero la glucosa para obtener energía inmediata y acto seguido, cuando se acaba, consumir la grasa para conseguir energía.
Si analizamos bien el proceso de quema de grasas, veremos que aunque aumente la temperatura exterior la quema de grasas interna no se acelera, ya que lo único que hace nuestro cuerpo es aumentar la sudoración para adaptarse a la temperatura exterior. Esta sudoración muchos piensan que es grasa que se quema con el calor. Nada más lejos de la realidad, ya que el efecto de las fajas es el mismo que el de una sauna, el calor hace que sudemos, eliminemos toxinas y tonifiquemos la piel, pero nada más. Al volver a recuperar los líquidos perdidos el cuerpo vuelve a su estado habitual.
La faja como cinturón lumbar
Otra funcionalidad que se le da a la faja es la de correctora de la postura. Es cierto que existen muchas fajas de compresión que lo que hacen es colocar cada cosa en su sitio mediante la opresión de los órganos y los músculos que los recubran. Esta práctica era muy habitual hace años, y en la actualidad está volviendo a hacerse cada vez más. Muchas personas piensan que la faja les ayudará a tonificar los músculos a la hora de hacer deporte.
Esta creencia de tonificación está muy lejos de la realidad, ya que lo que hace la faja es sujetar la musculatura de la zona en la que se aplica. Esta sujeción lo que evitará son movimientos bruscos y lesiones a causa de estos movimientos, pero también conseguirá que la zona afectada se vea debilitada a causa de que los músculos no trabajarán por sí solos y no llevarán a cabo su función de contención. Por ello es preferible no utilizar faja a la hora de muscular, ya que de este modo lograremos un desarrollo muscular mejor y más fuerte en la zona para así controlar los movimientos.
La faja es una buena compañera en momentos de esfuerzo máximo, en los que necesitamos mantener alguna parte de nuestro cuerpo sujeta para evitar movimientos bruscos que a la larga pueden pasarnos factura. Como opción tenemos la faja o el cinturón lumbar, dos herramientas a las que el organismo no se debe acostumbrar, ya que si es así lo único que conseguiremos es crearle una dependencia negativa hacia ese producto.
Imagen | arepa182