Se acercan los cambios de temperatura y, con ellos, los dolores de garganta. Entre este mal se encuentra la faringitis, una hinchazón molesta de las mucosas que puede arruinarnos el día o la semana.
¿Se puede prevenir? ¿Por qué ocurre? ¿Tiene algún tipo de tratamiento? Hoy hablamos de esta inflamación, de sus causas y de sus síntomas con la mejor de las intenciones: que nos moleste lo menos posible.
¿Qué es y por qué ocurre la faringitis?
La faringitis es como se conoce, de manera genérica, a la inflamación de la mucosa que reviste la faringe, también llamada garganta. Esta hinchazón resulta dolorosa, generalmente, por lo que termina causando una deglución difícil y varias molestias. También suele cursar con fiebre, que puede ser severa o suave.
La faringitis puede resultar en crónica, o de larga duración, si la infección persiste, lo que indica un problema más grave. La faringitis aguda es la más común y dura apenas unos días. Esta se debe, principalmente, a una infección vírica o bacteriana. También puede darse por una alergia. No obstante, los agentes más comunes causantes de la faringitis son Streptococcus pyogenes y Haemophilus influenzae, dos bacterias bastante cosmopolitas.
Entre los virus más típicos como causa están los rinovirus, los adenovirus y los coronavirus, entre otros. Por si fuera poco, la faringitis aguda puede ser disparada por una irritación mecánica, química o, incluso, térmica: sí, el reflujo gástrico o el frío son dos razones por las que sufrir una faringitis aguda ya que pueden irritar la mucosa.
Su relación con un problema de alergia o intolerancia puede poner de manifiesto otra enfermedad, como una celiaquía no diagnosticada, aunque esto es mucho menos común. Por último, la faringitis crónica se da por el abuso de tóxicos o una irritación recurrente. En estos casos se puede producir una faringe hipertrófica y un dolor constante.
¿Cuáles son los síntomas más comunes de la faringitis?
Como decíamos, esta enfermedad suele cursar con irritación y dolor de garganta. Se aprecia un enrojecimiento y una hinchazón. Cuesta y duele al tragar, molesta al tocarla y pueden llegar a hincharse los nódulos linfáticos cercanos a la garganta.
Comienza entonces el malestar general y las molestias constantes, que pueden ir en aumento. En ocasiones, la infección termina causando fiebre y dolor generalizado. Si la infección avanza, pueden aparecer placas de pus en la garganta.
A veces, entre los síntomas aparecen aftas bucales y otras pequeñas úlceras, además de las amígdalas hinchadas. En el caso de que se cronifique la faringitis, los síntomas pueden incrementarse en intensidad. Así, puede darse la sensación de tener un "cuerpo extraño", que se caracteriza por un constante carraspeo.
También puede aparecer un prurito faríngeo o un dolor crónico indefinido. En los peores casos aparece un edema y comienza la hipertrofia faríngea. Estamos ya ante la confirmación de que el problema se está cronificando y puede terminar generando costras y mucho dolor, así como un moco seco y blanquecino.
Tratamiento de la faringitis
A excepción de las infecciones bacterianas, el resto de causas de la faringitis no son tratables. Normalmente, esta dolencia suele acatarse mediante cuidados preventivos y paliativos, esperando a que se pasen algunos de los síntomas. Para ello, se proporcionan sustancias hidratantes que ayuden con la irritación.
También se trata con analgésicos y, en caso de fiebre, con antipiréticos que proporcionen un control sobre la subida de temperatura. Si hay infección, o para prevenirla, a veces se recomiendan gárgaras con un antiséptico de acción tópica, o mediante medicamentos similares.
Para acabar con la infección bacteriana, en caso de que esté evolucionando, se emplean antibióticos de amplio espectro. Si el origen fuera otro, como en una candidiasis, se prueba con un fungicida. Los tratamientos víricos no suelen tratarse comúnmente. Además de los tratamientos, existe siempre la pregunta sobre la prevención. ¿Podemos evitar una faringitis? El método más común de prevención es la hidratación, lo que permite generar el moco protector que es la primera línea de defensa de nuestra garganta.
Otra forma de prevenir la faringitis es evitar compartir cubiertos y comida, especialmente si alguien está enfermo. Las máscaras podrían resultar de utilidad, aunque generalmente no ayudan demasiado. Por tanto, la mejor de las opciones, en prevención, sigue siendo la hidratación y mantenernos con un buen estado de salud que nos ayude a combatir el problema lo más eficazmente posible. Y, por supuesto, visitar al especialista, algo que nunca debemos dejar de hacer en caso de tener un problema de salud.
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