En Vitónica siempre recomendamos la realización de ejercicios aeróbicos para mejorar el ritmo cardiaco y mantener una buena salud en lo que a nuestro corazón se refiere. Por este motivo siempre tenemos en cuenta la frecuencia cardiaca a la hora de medir la intensidad del ejercicio que vamos a realizar. En multitud de ocasiones hemos comentado que es necesario conocer la frecuencia cardiaca máxima para saber hasta donde podemos llegar. Por ello vamos a dar algunas pautas para medir esta variable de la forma más fiable posible.
A la hora de saber hasta donde podemos llegar en lo relativo a las pulsaciones del corazón a la hora de hacer deporte es necesario que tengamos en cuenta una serie de variables. La forma física y sobre todo la edad son dos puntos clave que marcarán nuestra frecuencia cardiaca. Por ello en casi todas las técnicas de medición de la frecuencia cardiaca máxima la edad está presente, ya que el estado del corazón y las posibilidades del mismo variarán mucho con el paso del tiempo y el tipo de vida que llevemos.
La técnica de medición de la frecuencia cardiaca máxima más utilizada se basa solamente en la edad. De ahí que no sea del todo fiable, ya que existen otras variables como el estilo de vida, de salud, las características físicas, la costumbre que tenemos de practicar deporte… Según esta medición lo que haremos será a doscientos veinte restarle nuestra edad actual y la cifra que nos sale es la frecuencia cardiaca máxima a la que seremos capaces de llegar. A partir de ahí calcularemos los porcentajes de intensidad que aplicaremos en el deporte.
Una forma más directa de medir la frecuencia cardiaca máxima es haciendo un sprint a una velocidad máxima durante dos o tres minutos. Al parar lo que haremos será contabilizar las pulsaciones durante unos seis segundos para estimar las que tenemos a lo largo de un minuto, ya que de este modo determinaremos el ritmo cardiaco máximo aproximado. Pero correr a velocidad máxima durante este tiempo no es recomendable si no estamos habituados a la carrera. Para los que empiezan solamente es necesario correr a velocidad máxima una media de cuarenta segundos y acto seguido se medirá el pulso.
Este tipo de pruebas no son al cien por cien fiables, a pesar de que la segunda es más exacta. Por ello recomendaremos el uso de pulsómetros mediante los cuales estaremos midiendo las pulsaciones mientras estamos realizando el ejercicio y así sabremos nuestra frecuencia máxima. Controlaremos también los progresos, ya que la cifra aumentará a medida que mejoramos nuestra forma física. Pero pasa salir del todo de dudas siempre podemos echar mano de la prueba de esfuerzo que nos realizará un profesional y que será una de las medidas más exactas.
Imagen | tychay
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