Aunque los frutos secos son alimentos concentrados en energía, pueden ofrecer muchos buenos nutrientes para el organismo, por ello, ya no es válida su relación con el riesgo de engordar sino que por el contrario, muchos estudios hablan de sus beneficios y se sabe que los frutos secos en la dieta habitual ayudan a reducir el riesgo de obesidad.
Para estudiar el vínculo entre la ingesta de frutos secos y el riesgo de obesidad, se estudió a 803 mujeres y hombres estadounidenses, y se comprobó que aquellos que de forma habitual incluyen estos alimentos en su dieta tienen menor incidencia de sobrepeso y obesidad que aquellos que consumen menor cantidad o que no incluyen frutos secos en su dieta.
Así, se comprobó que las personas que consumían alrededor de 16 gramos diarios de frutos secos de todo tipo, como almendras, nueces, pistachos o nueces de Brasil, tenían un peso promedio ligeramente por encima de lo normal, con un IMC de 27.
Mientras que aquellos que consumían sólo 5 gramos diarios o menos de estos alimentos tenían sobrepeso u obesidad, así como indicadores de mayor riesgo cardiovascular o síndrome metabólico.
Por cada 28 gramos semanales de frutos secos como parte de la dieta habitual, el riesgo de sufrir obesidad se reducía en un 7%.
Este estudio concuerda con otros que hemos citado anteriormente, como por ejemplo, aquel que vinculaba la ingesta de frutos secos con menos riesgo de tener barriga, o los frutos secos y el menor riesgo de morir por diferentes causas.
Así, sólo nos queda de todos estos estudios que nuestra salud se puede ver realmente beneficiada con la inclusión de frutos secos en la dieta habitual. Sólo un puñado a diario, como snack entre horas, en el desayuno o como parte de una comida, son suficientes para obtener sus beneficios y entre otras cosas, reducir el riesgo de obesidad.
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