El olor corporal es una cuestión terriblemente desagradable. Normalmente lo asociamos al sudor y a la falta de higiene. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. A veces, incluso una buena higiene no es suficiente.
En otras, la falta de la misma puede terminar en una curiosa falta de olor corporal. ¿Qué está pasando? ¿Dejar el jabón podría ser bueno para la salud de nuestra microbiota? ¿Podría eso ayudarnos a oler mejor (o dejar de oler)? Veamos lo que sabemos.
¿Por qué olemos?
Cuando nuestras glándulas apocrinas segregan el sudor, con el agua y las sales minerales, también se excretan otras moléculas como grasas y compuestos nitrogenados. El sudor, en sí mismo, no huele. Sin embargo, nuestra piel está llena de microorganismos que conviven con nosotros, protegíendonos, entre otras muchas cosas.
Estos mismos organismos, al recibir el contenido de las sustancias secretadas, comienzan a alimentarse, descomponiéndolas en otras, entre ellas algunos ácidos grasos, compuestos aromáticos y amonio. Estas sustancias son las que se evaporan produciendo un penetrante y muy desagradable olor a rancio, húmedo o agrio.
La composición de nuestra microbiota, así como algunos aspectos de nuestra alimentación, estado fisiológico y nuestro metabolismo son los que determinan el olor corporal. En algunos casos, este es muy fuerte, como ocurre en la bromhidrosis, la cual no siempre va asociada a la hiperhidrosis.
No obstante, aunque hay muchos factores en juego, queda claro que los principales protagonistas del olor corporal son los microorganismos que habitan la superficie de nuestra piel y no nuestra propia secreción (aunque están ligados, sin más remedio). Esto nos lleva a una cuestión interesante, ¿qué pasa si los cambiamos?
La historia de la señora que no se lavaba (con jabón)
La higiene es una cosa moderna. El jabón, también. Hace milenios (qué digo, tal vez algunas centurias, o puede que menos), eso de lavarse no era común. ¿Olían las personas terriblemente mal, por aquel entonces? Probablemente sí. Y decimos probablemente porque casos como el de Jackie Hong, da mucho que pensar.
Esta mujer lleva 15 años, según afirma, sin ducharse o tomar un baño. Eso no quiere decir que no se lave. Si se ensucia alguna parte del cuerpo, comenta, lo aclara con agua y se acabó. Pero no usa jabón, jamás. ¿Y qué pasa con su olor corporal? De nuevo, según afirma, ha desaparecido.
La explicación que da es que, tras un tiempo, la microbiota que tiene se ha acostumbrado y es capaz de devorar las sustancias que provocan los malos olores, como el amonio. No es la única: Sandy Skotnicki, una dermatóloga de Toronto, también afirma haber conseguido "ir más allá del jabón". Esta especialista dice que no es necesario usar gel u otros productos, sino que bastaría con agua clara y punto.
Pero ¿de verdad no huelen mal? Eso parece. ¿Quiere decir que es el momento de dejar de lado el jabón y comenzar a confiar menos en la higiene? Lo que defienden estas mujeres es la necesidad de cambiar de "higiene" por una que afecte menos a nuestro microbioma normal de la piel, no a que comencemos a revolcarnos por el barro.
Jabón o no jabón: la importancia de la microbiota
El problema de oler o no oler, como ya hemos visto, está directamente relacionado con la microbiota, y esta es completamente distinta en cada persona del mundo. Es más, la composición de la misma difiere muchísimo entre cultura, raza, clima, costumbres... Por tanto, es casi imposible generalizar. Así, en Asia, el tema del olor corporal es bastante curioso: El gen ABCC11, en concreto, el genotipo rs17822931, predominante en la población asiática, está asociado a una menor producción de sustancias volátiles, lo que quiere decir que producen menos olor.
Con o sin jabón, la presencia de este gen significa un cambio importante en la bioquímica del sudor. Como este ejemplo concreto los hay a cientos, o miles, por el mundo. Por tanto, generalizar el caso de Jackie Hong no parece muy acertado. Por otro lado, ¿qué tiene de malo el jabón? ¿Tanto daño hace el jabón a nuestro microbioma? En realidad no.
Es decir, a medio y largo plazo está claro que la higiene ha tenido que cambiar de alguna manera la microbiota con la que convivimos. Pero a día de hoy, en términos de día a día, no se ha encontrado ningún gran cambio, y mucho menos negativo, en esta. Al menos no en personas sanas. Por el contrario, sí que se han visto problemas en la microbiota en personas que no están sanas (justo la relación contraria) ¿Si estropeamos el microbioma, produciremos un problema? Hasta donde sabemos sí.
Pero, volviendo al tema del jabón, un uso higiénico normal no ha demostrado en ningún caso ser causa de un cambio drástico y pernicioso en la microbiota. Insistimos, con un uso normal nos referimos a una higiene racional. Ducharse una o dos veces al día, con un poco de jabón no parece hacerle daño a nadie, y nuestros microorganismos comensales son muy tenaces. Así que no parece que haya una razón de peso, al menos por el momento, para abandonar la higiene tal y como la conocemos.
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