El embarazo es una época de la vida de las mujeres en la que el cuidado de la salud toma una perspectiva nueva. Ya no se trata sólamente de propuestas que nos hacemos como prevención de problemas futuros, sino que durante nueve meses, el cuerpo va a sufrir la transformación más intensa (la mayor en menos tiempo) de toda su vida y debemos ayudarle.
A los hábitos de alimentación y psicológicos, hay que unir los físicos. La actividad acuática va a ser una opción insustituíble para multitud de objetivos que facilitarán dos cosas: que el proceso fisiológico sea lo más saludable posible y que, una vez terminado el parto, el proceso de recuperación sea rápido y eficaz.
Estoy hablando de actividad acuática y no de natación porque la forma más completa de favorecer el proceso del embarazo es combinando nadar con:
Andar con el agua por el pecho. La presión del agua y el acto de andar van a facilitar la circulación de retorno, evitando o reduciendo los tan molestos tobillos hinchados.
Los movimientos de rotación en el agua, con los pies apoyados en el fondo de la piscina y los brazos sobre el borde, van a ejercitar la movilidad de la espalda y tonificar la musculatura.
Apoyando un pie en la escalerilla podemos hacer el típico estiramiento de isquiotibiales, gemelos y sóleo con la rodilla estirada (teniendo en cuenta el nivel de embarazo, que con ocho meses no se puede ni subir la pierna).
Realizar movimientos de cadera con una pierna y la otra alternativamente (rotaciones, flexión y combinación de éstas con giros). Los rotadores de cadera están relacionados con algunas ciáticas originadas por compresión muscular, y éste movimiento rebaja su tono.
Antes de empezar debemos comentar estas ideas con la matrona para que nos dé su opinión y seleccionar las que más convengan.
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