El culto hacia la delgadez, la belleza exterior, la esbelta figura y demás, se visualiza día a día en comerciales televisivos, en revistas y periódicos y hasta en el consultorio de muchos centros que buscan mejorar la estética del individuo. Ésto es lo que nos lleva a dejar de lado la salud del organismo para priorizar la figura física externa.
Se trata de la "flacocracia" que nos rodea, que en lugar de ayudarnos a vivir más y mejor, nos enferma, nos obsesiona y presiona socialmente. No es otra cosa que el sentido aristocrático que damos al ser flaco, delgado y esbelto, sin importar si estamos sanos, sólo importa lucir bien.
Ésta flacocracia que se vive día a día, ya casi no es percibida por nosotros, porque se encuentra instalado en la sociedad, en nuestras mentes y convivimos con aquello que hace honor a la delgadez.
Sin embargo, en nada nos ayuda a estar más saludables, sino que por el contrario, nos enferma, porque quien no es delgado, no es bien visto, por lo tanto, se siente excluido socialmente, discriminado y fuera de ésta aristocracia de gente flaca.
Mientras que quienes se obsesionan por pertenecer al mundo de la flacocracia, quizá terminen con un trastorno alimentario que bien sabemos, es una enfermedad muy alejada de un cuerpo saludable.
Lo importante es que tomemos conciencia de esta flacocracia que nos rodea y perjudica, porque lejos de preocuparnos por la salud, muchos nos preocupamos por la estética, la figura, y en definitiva, por estar flacos.
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