Ni manzanas con cera, ni miel con memoria genética, ni arroz con plástico: los bulos detrás de los vídeos virales sobre alimentos peligrosos

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

Los bulos sobre alimentación están por todas partes. "La industria alimentaria nos engaña y nos envenena. Juegan con nuestra salud para ganar más dinero". La idea no es nueva. Lo que sí que es novedoso es la forma de diseminación que tienen estas ideas.

Los vídeos, las redes sociales y la desinformación son una mezcla perfecta. Si a esa mezcla le añadimos el alarmismo lo que tendremos es un mensaje igual que la pólvora: tremendamente explosivo y peligroso.

De la cera de las manzanas a la memoria genética de la miel

La última vez que apareció el bulo de la cera de las manzanas en Twitter, Miguel Angel Lurueña, más conocido en redes como "Gominolas de Petroleo", confirmó que el mensaje se había compartido más de 33.000 veces en pocas horas. A día de hoy ya va por los 46.000 retuits.

Este bulo dice que a las manzanas se les añade cera para estar más lustrosas y ser más atractivas a los ojos del consumidor. No es cierto. Las manzanas, como muchos otros tejidos vegetales, tienen ceras naturales. Estas consisten en la primera línea de defensa de las plantas ante hongos y bacterias, así como roces y lesiones leves. Las manzanas tienen mucha cera porque los seres humanos las hemos seleccionado a lo largo de miles de años, escogiendo las más vistosas.

Como este bulo, los hay a cientos. Otro muy común es el que encabeza el nombre de el experto en seguridad alimentaria: que las gominolas, o los gusanitos, están hechos a partir de petróleo. Por supuesto, esto tampoco es cierto. Además de que podemos ver los ingredientes que tienen todos los alimentos que consumimos, no tiene sentido usar petróleo para hacer golosinas cuya base es la gelatina, o un snack obtenido a partir del maíz.

Todos estos bulos tienen su origen en el acervo común de donde bebe el miedo. Sin embargo, existen otros aún más peligrosos por lo rápido que se han extendido debido a su formato en vídeo. En ellos podemos ver afirmaciones sin fundamento, como que al arroz se le añade plástico para que pese más, o que la miel industrial se mezcla con sirope (cuando la miel ya es un sirope), y que tiene una "memoria genética" que hace que se aprecie un patrón de colmena cuando le aplicamos agua.

De la broma al bulo hay un paso

Por suerte o por desgracia, una gran cantidad de bulos actuales está surgiendo a partir de un canal en concreto. Este canal de YouTube, Blossom, tiene como objetivo hacer todo tipo de vídeos de humor o sorprendentes, pero absurdos. Además de algunas manualidades útiles, la gran mayoría del material que comparten es falso pero gracioso, y muy bien hecho. El canal de YouTube tiene más de 10 millones de suscriptores por razones merecidas. Sin embargo, esto acarrea un problema.

Parte del humor del canal consiste en crear situaciones absurdas, como si fueran reales. Es parte del chiste. Cuando esto llega a la comida el resultado suele ser contrario. La gente se lo toma como algo real y convierte la broma en una alarma que recorre las redes de forma incendiaria.

Pero estos no tienen su origen solo en el miedo (totalmente legítimo) de la sociedad que busca una alimentación más sana y mejor. Su origen, como decíamos, está en material completamente ficticio, pensado para hacer reír o sorprender, pero no para informar. Sin embargo, el formato juega en contra de la información, y no sabemos si es adrede o no.

La irresponsabilidad de desinformar

El problema principal no está solo en el hecho de que algunas cuentas y perfiles aprovechen este tipo de vídeos para crear contenido viral pero desinformativo. Si llegáramos a uno de los vídeos de Blossom sin información alguna, y sin revisar el resto del canal, llegaríamos a conclusiones muy parecidas: "Qué mala es la industria alimentaria".

Este problema es parte de la línea editorial que siguen sus vídeos, que en ningún momento indican que son falsos. Puede que por ello cada vez sean más absurdos y evidentes, para evitar los malentendidos sin tener que cambiar su formato. Sin embargo, sigue jugando malas pasadas a la información.

Es un error gravísimo transmitir, aunque sea de broma, este tipo de mensajes alarmistas y desinformadores. El efecto, sin duda, es beneficioso en términos de números, pero horrible en cuanto a ética y salud humanas. También pone de manifiesto el defecto analítico que tenemos los seres humanos cuando nos llegan los mensajes en masa.

¿Tiene la culpa este canal, cuya intención no es engañar ni generar el bulo, por poner el material a disposición de cualquiera? Tal vez no sea esa su intención, aunque podemos echarle en cara lo poco responsable de no indicar la falsedad de sus premisas, por seguridad del consumidor. Eso sí, tampoco podemos apartar de nosotros mismos una culpa inherente: ¿por qué nos creemos todo lo que nos enseña un vídeo? Tal vez es hora de recuperar un poco de nuestro pensamiento crítico.

Imágenes | Unsplash

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