Hay músculos a los que le prestamos poca importancia, tal vez porque se trata de músculos poco visibles, pero aun con esta cualidad, no debemos olvidar su trabajo, como es el caso del piriforme, cuyo sobreentrenamiento o contractura puede dar origen al síndrome del piriforme que provoca dolor a nivel lumbar y en la pierna.
El piriforme o piramidal es un músculo relativamente grande situado en la zona de los glúteos, cuya función principal es estabilizar y dar movilidad a la cadera, por lo que suele usarse grandemente en acciones cotidianas que pueden llevar a su hipertrofia y sobreuso y causar el síndrome antes dicho.
El nervio ciático que enerva la parte posterior del muslo y la mayor parte de la pierna y el pie, pasa muy cerca del músculo piriforme y en ocasiones, lo atraviesa, por eso un piriforme muy desarrollado o hipercontraído, puede comprimir el nervio ciático e irradiar dolor en la pierna y desde ésta a la zona lumbar.
También puede comprimirse el nervio ciático entre el músculo piriforme o por este cuando pasamos largas horas sentados, por eso, lo mejor es lograr un equilibrio óptimo entre trabajo del piriforme y su relajación.
No debemos olvidar que este músculo existe, como así tampoco debemos olvidar la importancia de su estiramiento tras cada entrenamiento, por ejemplo, al correr, pedalear y muchas otras actividades más. Para lograrlo, podemos colocarnos tumbados boca arriba, y flexionando las rodillas con los pies apoyados en el suelo, cruzamos un pie por encima de la rodilla contraria y desde allí, llevamos la rodilla que soporta la pierna hacia el pecho y mantenemos unos segundos, antes de regresar a la posición inicial.
Este músculo que en ocasiones olvidamos requiere de nuestro cuidado para evitar su contractura o su hipercontracción, por ello recordemos incluir ejercicios que lo estiren y relajen en cada rutina de entrenamiento.
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Imagen | Wikimedia y eFisioterapia