De los beneficios de la miel hemos hablado en infinidad de ocasiones, y es que es un alimento estrella elaborado por las abejas a partir del polen de las flores. Pero no solo en las colmenas nos encontramos con miel, sino que además existen otras sustancias muy beneficiosas para nuestra salud, como el propóleo. Esta sustancia es uno de los principales sustentos en la estructura de los paneles de la colmena, pero a pesar de servir como soporte y sujeción, sus usos son muy beneficiosos para nuestro organismo.
El propóleo lo recolectan las abejas cuando el néctar y el polen son poco abundantes. Se trata de resinas de árboles que ellas recolectan para endurecer las paredes más internas de la colmena y evitar que la falta de alimento las eche abajo. Es un producto que se encuentra en pequeñas cantidades en la colmena, ya que las abejas dejan de recolectarlo en cuanto las cantidades de polen son elevadas, por ello es un producto costoso de obtener, pero con un sinfín de beneficios, que se saben desde antiguo, ya que se ha utilizado desde hace miles de años.
Ante todo hay que destacar que por lo que se caracteriza el propóleo es por la presencia de flavonoides que se detecta en su contenido. Estas sustancias se encargan de proteger y aumentar las defensas del organismo para que podamos responder frente a las agresiones que nos llegan del exterior. Es una sustancia muy bien considerada dentro de la medicina y la cosmética, ya que se han descrito más de veinte acciones como antibacteriano, antialergénico, antimicótico, fitoinhibidor...
Estas cualidades del propóleo son las que lo convierten en buen antibiótico para las vías respiratorias, ya que nos protege frente a ataques externos evitando infecciones como la gripe. Además, contiene cualidades antiinflamatorias que nos ayudan a disminuir los efectos de estas infecciones. Junto a esto hay que destacar su alto poder protector del aparato digestivo, ya que previene la anemia, además de mejorarla, regula el apetito, protege el hígado...
A nivel circulatorio evita la oxidación del colesterol y regula la presión arterial, evitando que ésta sea demasiado elevada. A esto debemos sumar su alto poder cicatrizante y antiinflamatorio, lo que aclara el por qué de su aplicación en la antigüedad sobre las heridas. Por ello es importante que tengamos en cuenta esta sustancia y que la apliquemos en tratamientos y enfermedades.
Imagen | hisks
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