La campaña contra el exceso de peso es constante. No es para menos. Por algo la obesidad sigue siendo la epidemia más extendida en este mundo moderno. Sin embargo, en esta guerra no hay quien dude a la hora de subirse al carro: dietas, productos, alimentos, milagros... no falta de nada en semejante panel.
Pero ¿qué cuenta con evidencia científica? ¿Con qué podemos quedarnos para mejorar nuestras posibilidades de perder esos kilos que nos sobran? Puede que de entre todas las promesas, hayas oído mencionar a los probióticos y prebióticos. ¿Existe alguna razón para confiar en ellos?
Antes de nada: ¿qué son los probióticos y prebióticos?
Ya os hemos explicado en alguna ocasión la diferencia que existe entre estos tipos de alimentos funcionales, aquellos que, además de sus características nutricionales naturales, poseen una serie de funciones específicas para mejorar la salud. Aunque ambos están relacionados con la microbiota intestinal, conocida coloquialmente (y de forma incorrecta) como flora bacteriana, no son lo mismo ni tienen la misma función.
Por ejemplo, los prebióticos son elementos que promueven a la microbiota intestinal, que no se pueden digerir y que ayudan al bienestar de dicha microbiota. Entre ellos encontramos diversos tipos de fibras alimentarias destinadas a propiciar el crecimiento de ciertas cepas bacterianas que conocemos por sus beneficios para la salud.
Por el contrario, los probióticos son alimentos con organismos vivos que se añaden al alimento funcional para alterar la dichosa microbiota. Para que un alimento funcional sea considerado un verdadero probiótico, los organismos deben poder atravesar el aparato digestivo y recuperarse vivos en los excrementos, además de poder adherirse a la mucosa intestinal. Este detalle es importante porque significa que tiene un sentido biológico y no mueren en el intestino.
Como vemos, ambos tienen como finalidad mejorar la salud de nuestro sistema digestivo. Sin embargo, en este artículo estamos hablando de ayudarnos a perder peso. ¿Podrían servir para tal fin? En realidad, hay unos que sí. Pero claro, la respuesta, tiene truco.
¿Pueden ayudarnos los probiótico a perder peso?
A estas alturas tenemos una cosa clara: la microbiota intestinal es mucho más importante para la salud de lo que jamás habríamos pensado hace, por ejemplo, diez años. Sabemos que esta participa en todo tipo de cambios fisiológicos, incluyendo patologías. También sabemos, con certeza, que un paciente sano no tiene la misma microbiota que uno obeso.
Esto puede llevarnos a pensar lo siguiente: tal vez cambiando la microbiota podamos reducir el sobrepeso. No seríamos los primeros en deducirlo. Entonces, ¿por qué no usar probióticos para modificarla? ¿Funcionaría? La respuesta más adecuada es que no existe ni una sola evidencia de que sirva.
En primer lugar, existen muy pocas, o ninguna evidencia de la efectividad de los probióticos en ningún aspecto. Entre otras cosas, parece que estos no llegan a colonizar el sistema digestivo. Por tanto, el experimento ya se nos cae de base: si no se introducen, no funcionan, en ningún caso. Es normal esperar que no hayan evidencias que demuestren que los probióticos ayudan a adelgazar. En otras palabras: no, no sirven.
¿Y los prebióticos? ¿Sirven para adelgazar?
Aquí es donde la pregunta se vuelve torticera. La respuesta sencilla es... sí. Pero, como explicábamos, tiene su truco. No podemos decir que existan evidencias de que los productos prebióticos ayuden a reducir el sobrepeso. Sin embargo, sí que podemos decir que existen pruebas contundentes de que la fibra dietética ayuda a controlar el peso, ¿verdad?
Es un buen momento para recordar que los prebióticos, precisamente, son ricos (muy ricos) en fibras. Por tanto, sí que podríamos hacer una asociación razonable con estos productos y la pérdida de grasa. No obstante, volvemos a recalcar que no, no existen análisis que demuestren la relación. En este caso, dicha relación sería indirecta.
Pero a su favor hay que decir que, igualmente, los prebióticos sí que han demostrado ser beneficiosos para la salud en varias circunstancias. ¿Eso afecta a la ganancia o pérdida de peso? Pues no lo sabemos, pero, como ya hemos dicho, sí que existe diferencia entre la microbiota de una persona obesa con una persona que no lo es. Quién sabe si este no es un factor más.
En definitiva, quien busque un alimento prebiótico para perder peso, probablemente, se esté equivocando. Eso no quiere decir que no tenga efectos beneficiosos, incluso en el control de la cantidad de grasa que acumulamos. Pero, como ya hemos dicho, será una consecuencia. Un efecto más bien indirecto, de otros fenómenos fisiológicos.
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