Siete claves para mantener a raya las intoxicaciones alimentarias en verano

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

Con el calor los microorganismo se vuelven mucho más prolíferos. La gran mayoría de agentes patógenos asociados a la comida alcanzan su punto óptimo de división a partir de los 25 grados. Esta época es casi perfecta para ellos, si hay humedad.

Por esa razón, el verano es una temporada especialmente abundante en alarmas alimentarias. Pero eso no quiere decir que no podamos combatir este tipo de problemas. Solo debemos seguir algunos pequeños consejos que nos evitarán muchos quebraderos de cabeza y visitas al médico.

No rompas la cadena de frío

El primero de los consejos estrella, sin duda, es respetar el poder del frío. Como ya hemos dicho, los microorganismos que nos interesan tienen su óptimo de proliferación a entre los 25 y los 40 grados, aproximadamente. El frigorífico no mata las bacterias, pero conservar la comida entre 5 y 8ºC. Esto ralentiza el crecimiento bacteriano, cosa que hay que hacer de inmediato.

¿Y qué ocurre con los alimentos congelados? Congelarlos y descongelarlos varias veces no es buena idea ya que le da oportunidad a los microorganismos a reproducirse, quedándose a la espera, como organismos de resistencia. Esto, en otras palabras, significa aumentar la carga infectiva del alimento, cosa que no es buena. Si descongelamos algo, que sea rápido, o que sea en la nevera, pero no lo dejemos durante horas a temperatura ambiente si no queremos poner nuestra salud en riesgo.

Lávate las manos, siempre

Es sorprendente la cantidad de microorganismos que tenemos en sobre la piel, especialmente en las manos, que son una herramienta de interacción fundamental. Tocar cosas, ir al baño, tocar alimentos... tienen como consecuencia el arrastrar un montón de organismos indeseables. Lavarse bien las manos antes de manipular nada, especialmente en verano, mientras preparamos la comida, es esencial para evitar contaminar y permitir que los organismos crezcan en lo que vamos a comer.

Si lavas los huevos, que sea inmediatamente antes

La salmonelosis es una de las intoxicaciones alimentarias más extendidas de todas, con diferencia. Salmonela sp. está presente en huevos y carnes de ave. Especialmente, podemos encontrarla en la cáscara de los huevos. Entonces ¿mejor lavarlos? ¡No! No, al menos que vayamos a comerlos en el momento.

La cáscara de los huevos es porosa y, con la humedad, las bacterias pueden reproducirse más fácilmente e infectar el huevo. Si lo cocemos bien no pasa nada. Pero si no... tenemos una salmonelosis incipiente gestándose dentro del huevo.

Pero sí lava los estropajos y paños

El hecho de que sean los utensilios de limpieza no implica que sean limpios en sí mismos. Las condiciones de humedad, unidas a los huecos y al contacto con comida y otras sustancias hacen de estos unos lugares especialmente apropiados para la proliferación bacteriana.

Al menos, si no lavamos decentemente los trapos, paños y estropajos. Esto no quiere decir que cuando limpiemos vayamos ha arrastrar a los organismos patógenos, aunque es una posibilidad. Todo depende de los productos de limpieza. Por eso, más importante, sobre todo a la hora de limpiar las superficies y utensilios, es vital hacerlo con el estropajo limpio.

Calienta bien los alimentos

Si calentamos 15 segundos, por poner un ejemplo, la comida en el microondas, por mucho que nos queme a nosotros, casi seguro que no habremos acabado con los microorganismos. Para asegurar la muerte de los microbios hay que calentar a 65ºC durante un minuto. De esta manera eliminaremos los patógenos peligrosos. Aún así, existe la posibilidad de tener problemas con toxinas y esporas de resistencia que estos microorganismos "sueltan", al ser atacados. Por esa razón, para que sean los menos posibles (y no supongan un problema), no debe romperse nunca la cadena de frío (evitando que se reproduzcan).

No uses los mismos utensilios de cocina

Cocinar utilizando los mismos utensilios parece lo lógico, pero no lo es tanto. Existe una cosa llamada contaminación cruzada que se da, precisamente, por compartir las herramientas sin tener cuidado. Por ejemplo, cuando cortamos alimentos que vamos a consumir crudos y alimentos cocinados o que vamos a cocinar, podemos estar contaminando, sin querer, nuestra comida.

Lo adecuado es que tengamos una tabla de cortar, y cuchillos, para cada grupo de alimentos, o bien que nos aseguremos de desinfectar bien los utensilios antes de pasar de un alimento a otro. Si no, podríamos estar trasladando microorganismo de una parte a otra.

Limpia bien las verduras y hortalizas

Actualmente existe un problema muy serio con las ensaladas. El problema principal es que estas, por muy lavadas que estén, están altamente expuestas a microorganismos peligrosos y patógenos. Si disponemos las verduras en un recipiente aislado, con humedad, y a temperatura ambiente, tenemos un entorno de cultivo muy prolífico.

Como consecuencia, las infecciones alimentarias están al acecho. ¿Solución? Lavarlas bien, mantenerlas en frío y, sobre todo, nunca consumirlas una vez pasada la fecha. Si no lo hacemos, tenemos la posibilidad de convertir un alimento saludable en una auténtica bomba de relojería alimentaria.

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