Soy el socorrista de tus piscina y así es cómo te cuido en verano

Si pensamos en un socorrista de piscina se nos viene a la mente un chico o chica en forma, debajo de una sombrilla, tranquilo, relajado y vigilando qué pasa en el agua. Pero esto no es exactamente así, los socorristas son una especie de multitareas, sobre todo los socorristas de piscinas privadas.

En este artículo os voy a contar bajo mi experiencia de seis veranos trabajando como socorrista, qué es lo que se cuece en este mundillo y qué hacen los socorristas para cuidar a los bañistas. Y no, no solo nos ocupamos de que la gente no se ahoge, en ocasiones hasta hacemos de consejeros matrimoniales.

El socorrista también se encarga del mantenimiento de la piscina

Por norma general y, aunque en muchas ocasiones no se especifique en el contrato de un socorrista, él tiene que encargarse de las labores de limpieza, tanto de la piscina como de las zonas de alrededor.

Eso supone llegar antes de la apertura de la piscina (una hora antes suele ser suficiente) para pasar el limpiafondos, limpiar duchas, quitar bichos de la superficie del agua y comprobar que la calidad del agua es la correcta para el baño.

El socorrista no solo vigila el agua, también suele encargarse del mantenimiento de la piscina

Estas funciones, que pueden parecer simples, son imprescindibles para que el bañista tenga unas mínimas condiciones de salud para el baño. Unos cuantos días sin pasar el limpiafondos y descuidar los niveles de pH del agua y toda una urbanización se puede ver en pleno verano con una piscina verde sin poder bañarse.

Esto es lo que había detras del famoso: "La he liado parda"

Siguiendo con el tema del mantenimiento de la piscina, seguro que muchos recordaréis el famoso episodio de: "La he liado parda". Cuando un socorrista se encarga del mantenimiento de la piscina tiene que tener dos cosas muy claras: que si pones a funcionar la depuradora al revés llenas la piscina de mierda y que si mezclas el ácido con la lejía, formas una nube de gas tóxica que lo flipas. Esto último es lo que le pasó a la famosa socorrista:

Recuerdo en unos de mis primeros días como socorrista que mi jefe me dijo literalmente: "si mezclas el ácido con la lejía, la has cagado". Para hacer la prueba, mezcló unas gotas de ácido con unas de lejía e, instantaneamente, salió un gas amarillento que solo con olerlo de pasada te dejaba sin respiración. La lección me quedó bastante clara, el gas que se desprende es cloro y es muy tóxico.

El socorrista es también una especie de psicólogo y consejero para los bañistas

Una de las cosas que más recuerdo de mi época de socorrista es hablar con los bañistas. Hablar mucho, porque ocho horas metido en un recinto tan pequeño pueden dar para largas y tendidas conversaciones. Al final conoces a casi todo el mundo y hay quien te cuenta su vida entera. De hecho, si en tu piscina hay un socorrista, seguro que has hablado más de una vez con él.

Como anécdota, recuerdo una vez un bañista contándome sus problemas matrimoniales y preguntándome si debería separarse de su mujer o no...o gente que simplemente bajaba a la piscina por echar un rato de charla, sin siquiera meterse en la piscina.

Supongo que eso de contarle tus problemas o confidencias a un chico que apenas conoces y que sabes que en un par de meses no verás más, es una especie de paño de lágrimas o terapeuta emocional. Pues eso, que un socorrista también cuida de la salud emocional de sus bañistas.

Sí, también se salvan vidas, o casi

En una piscina pequeña no es normal que sucedan muchos accidentes graves, lo más frecuente es que los socorristas nos encarguemos de curar cortes, heridas, contusiones leves o algún que otro mareo, pero nada grave. También hay que tirarse de vez en cuando al agua para "ayudar" a algún niño a llegar al bordillo.

El accidente más grave que yo recuerdo fue el de un chico que al saltar del bordillo se golpeó en la cabeza y cayó al agua sin conocimiento. En ese momento todos tus conocimientos de primeros auxilios salen a flote y lo intentas hacer lo mejor posible: sacas al chico del agua, compruebas que respira y que le late el corazón y observas el nivel de consciencia.

Un socorrista no es un médico, es un técnico en primeros auxilios. Ante un accidente grave lo hará lo mejor posible hasta que lleguen servicios sanitarios

En ese caso, afortunadamente, todo quedó en un susto, pero se manda al bañista a urgencias por si acaso. Ante todo hay que recordar que un socorrista no es un médico, es un profesional que se encarga de actuar lo antes y mejor posible ante un accidente. Como una especie de enlace entre la piscina y el médico de urgencias.

El protocolo de actuación de un socorrista ante un accidente grave debe ser el siguiente:

  • Llamar al 112 para explicar qué ha pasado y que acudan lo antes posible los servicios médicos. Está claro que no es el socorrista el que llama, ya que él estará atendiendo al accidentado, pero sí que tendrá que dar información lo más acertada posible sobre el estado del paciente.
  • Evitar que se produzcan más accidentes. Un principio básico en primeros auxilios. Si hay un accidente de coche, lo primero es avisar al resto de coches que vienen para que paren y no haya más colisiones, antes de ponerte a atender a los heridos.
  • Comprobar las constantes vitales del herido: si respira, si late el corazón, si está consciente y si sangra o tiene huesos rotos.
  • Aplicar los primeros auxilios si fuera necesario hasta que llegue el personal médico.

El buen socorrista es el que hace una ardua labor de prevención de accidentes

La mejor forma de solucionar un accidente es evitar que este suceda. Aquí, el trabajo de prevención de un socorrista es muy importante. Tanto en asegurarse de que las instalaciones están en perfecto estado como en hacer una labor de educación en prevención de accidentes a los bañistas.

Si vemos que hay superficies que resbalan, tarde o temprano alguien acabará cayendo allí, así que o se avisa con un cartel o se intenta que los bañistas no pasen por esa zona. Lo mismo ocurre con salientes que puedan causar cortes, zonas donde los niños no deben meter las manos o saltar de forma peligrosa y un largo etcétera.

Lo mejor que se puede hacer es poner un cartel el primer día de piscina dejando muy claras las normas de la piscina para evitar accidentes. Esto debe hacerse con explicaciones muy claras o incluso con un simple dibujo. Luego, es la labor del socorrista recordar y hacer que esas normas se cumplan.

Todavía recuerdo que una de mis "armas de disuasión" frente a actuaciones poco cívicas en la piscina era el silbato. Basta con un par de toques fuertes de silbato y una señal con el dedo de que eso no se hace para recordar de forma clara a toda una piscina lo que no se debe hacer porque puede ocasionar un accidente.

Una vez que los primeros días se hace una labor de prevención, luego es más fácil vigilar a los bañistas. Porque os aseguro que estar horas mirando una piscina con decenas de niños chapoteando no es tarea fácil.

La próxima vez que veas al socorrista de tu piscina, no lo veas simplemente como el chico que mira al agua, porque seguramente haga muchas más funciones para asegurarse de que cuida de ti este verano en la piscina.

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