La tensión o presión arterial es uno de los factores biológicos que mejor y más pueden servir para identificar un potencial problema cardiovascular. Por esa razón se controla con mucho cuidado, especialmente entre personas de riesgo.
¿Qué podemos hacer para reducir dicha tensión? Aunque existen algunos ejercicios que podemos emplear para atajar un problema puntual, la tensión arterial solo puede controlarse con tiempo y medidas a medio y largo plazo. Veamos cómo.
Acciones a largo plazo para reducir la tensión
Como decimos a menudo, nuestro cuerpo reacciona lentamente. Es la primera medida de la que dispone para protegernos de diversos daños: la homeostasis. Gracias a esta (o tal vez por su culpa), la conocida como "tensión" no cambia rápidamente. De hecho, si lo hiciera, probablemente causaría algún tipo de problema. Para poder modificarla de forma efectiva, deberemos tomar algunas medidas a largo plazo.
La primera de ellas, sin duda, es perder peso. Es una meta difícil y complicada, pero necesaria. Perder peso supone una mejora sustancial en nuestro sistema cardiovascular y metabólico. Mejorará la cantidad de grasas que transporta nuestra sangre y el riesgo de sufrir un ictus u otro problema. También ayudará a que el gasto energético y la producción fisiológica de todo tipo de hormonas vaya mejor. ¿Y cómo bajamos de peso?
Aquí viene la segunda: mejora tu alimentación y tu dieta. Adoptar una dieta temporal puede resultar en una bajada de peso rápida, pero es mucho mejor y saludable optar por cambiar nuestros hábitos de vida y de alimentación. Optar por más frutas y verduras, más fibra, más agua, menos grasas, nada de azúcares libres ni procesados, entre otras cosas, es el inicio de una dieta mucho mejor para nuestra salud.
Para complementar lo anterior, vayamos con la tercera: haz ejercicio regular. Lo mejor es comenzar por aumentar el nivel de actividad física. ¿Cómo? Muy sencillo: moviéndonos más. Podemos salir a pasear, subir las escaleras o hacer algún tipo de actividad como el baile. Si optamos por regular nuestro ejercicio físico, seleccionando algo de intensidad media, casi que mejor. El ejercicio es una pieza fundamental a la hora de regular nuestra fisiología.
En cuarto lugar, es importantísimo regular la cantidad de sal que tomamos. La OMS considera que reducir la cantidad de sal en nuestra mesa es una de las medidas más factibles y económica de reducir la hipertensión y los problemas cardiovasculares. Ya que hablamos de reducir, la cafeína es también una de las sustancias que debemos mitigar, para controlar la tensión, por lo que se queda en quinto lugar.
El estrés, un objetivo a combatir
Sinceramente, no queremos decirte "no te estreses". La ansiedad y el estrés no son problemas sencillos ni baladíes. Afrontarlos es complejo y, además, están muy relacionados con la tensión arterial por cuestiones fisiológicas. El estrés provoca que se segreguen ciertas sustancias que le indican a nuestro cuerpo señales de peligro. Como consecuencia, se eleva la presión arterial, con la intención de estar preparado para cualquier contingencia.
Con el fin de reducir este efecto, es importante que aprendamos a controlar nuestro nivel de estrés en un momento dado. No siempre será posible, claro, pero tenemos algunas herramientas para hacerlo. Así, en sexto lugar, podemos utilizar técnicas de relajación. No suelen ser complicadas, aunque sí que requieren práctica. Con estas técnicas podremos bajar la tensión en momentos puntuales.
Para acabar, en séptimo lugar, vamos a por un truco sencillo pero útil: dado que el estrés ayuda a provocar subidas de tensión, y que reducirlo, a largo plazo, supone un mejor control de la presión arterial, la música puede hacernos un gran bien. Según varios estudios, escucharla nos ayuda, especialmente a medio plazo, a controlar nuestros niveles de malestar psicológico.
Como con el resto, no son técnicas concisas para reducir la tensión arterial en un punto concreto, aunque podamos usar una técnica de relajación y escuchar música dado el momento. En vez de eso, es conveniente afrontar el problema a medio y largo plazo, atendiendo a las necesidades de nuestro cuerpo, que cambiará poco a poco. Como ocurre con todo en nuestra salud, no existen soluciones inmediatas ni simplistas, así que más vale que nos pongamos a trabajar de inmediato.
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