Hace unos años saltó el miedo, y la moda subsecuente, a la luz azul. Según algunas fuentes, esta, por su mayor intensidad, es capaz de generar daño a nuestros ojos. Aprovechando esta premisa no tardaron en salir filtros para protegernos.
Ahora, esta moda alcanza una nueva parte de nuestro cuerpo: la piel. Sus defensores afirman que no solo nuestras retinas están en peligro, sino que las pantallas de los móviles y tablets son capaces de dañar nuestra piel y que, por tanto, hay que protegerlas con cremas especiales.
Cremas con filtros para la luz azul
La nueva moda cosmética es proteger tu piel de la luz azul. Para la industria, el objetivo de mantener nuestra epidermis tersa y joven es una máxima, aderezado siempre con las palabras "salud" y "bienestar". Influencers y marcas llevan un tiempo alertando del peligro que supone la luz azul procedente de nuestros dispositivos móviles para la piel.
Según estos, es "terriblemente dañina", provocando el envejecimiento prematuro. El mecanismo al que aducen es el mismo que nuestra piel emplea para protegernos de la luz ultravioleta, a la cual comparan sus efectos. Los melanocitos sufrirían estrés oxidativo al permanecer mucho tiempo bajo la influencia de estos tonos de luz.
La solución, al igual que en su momento ocurrió con los filtros para los ojos, estaría en sus cremas, especialmente preparadas para filtrar esta luz y mantener la piel hidratada y perfecta. Si todavía no se ha despertado la suspicacia en nuestro cerebro, es el momento de que comencemos a plantearnos algunas cosas.
¿Qué potencial dañino tiene la luz azul?
Dejemos de lado las afirmaciones de estas marcas y pensemos un poco con la ciencia de nuestro lado. La luz azul está bastante cerca de la luz ultravioleta en sus propiedades físicas. Esto es, su longitud de onda está entre los 476 y los 427 nm. La luz UV, sin embargo, va desde los 400, más o menos, hasta los 100 (en los rangos que nos interesan).
Cuanto más pequeña es esta longitud de onda, más energética resulta. Así, la luz roja, de entre 780 y 618 nm es mucho menos energética que la azul, y la azul menos que la ultravioleta. Por su proximidad a la luz UV podríamos pensar que puede tener algún sentido el temer a la luz azul. Pero sería un error. En primer lugar, la luz que más daño provoca es la UVB, que comienza a partir de los 315. Y sí, esa diferencia es suficiente para hacerla notablemente menos energética.
Pero, además, está otra cuestión: el flujo. Para medir la intensidad luminosa se suele emplear la candela, o cd. Por tanto, no es solo la energía de los fotones lo que importa, sino la cantidad de los mismos. Por último, también influye el tiempo de exposición y la protección con la que contemos. Ya hemos hablado del capital solar en otras ocasiones. Efectivamente, tu cuerpo tiene una capacidad innata de defenderse del exceso de radiación.
Comparar la radiación emitida por una pantalla de móvil u otro dispositivo con el increíble poder solar parece un poco exagerado, por mucho que permanezcamos todos los días delante de esta iluminación. Pero no nos centremos en la lógica, vayamos a las evidencias científicas. ¿Las hay? Sí. Y no avalan a los que defienden estos productos.
La evidencia científica no sustenta los problemas con la luz azul
Existen varios e interesantes estudios que demuestran que el tratamiento con luz azul, en las personas que padecen acné, puede resultar muy beneficioso para reducir su incidencia. Entre los mecanismos descritos, la luz azul intensa, aplicada a modo de tratamiento, es capaz de reducir la cantidad de Propionibacterium acnes. Si es capaz de matar a estas bacterias, ¿cómo no va a afectar a la piel? Bueno, pues todavía no existe un solo estudio clínico que demuestre que la piel es afectada por esta luz.
Lo único que tenemos son estudios tangenciales e indirectos, realizados in vitro y en modelos animales que insisten en extrapolar los resultados. No, no hay un solo estudio que demuestre o cuantifique el daño causado sobre la piel por parte de la luz azul. Tal vez porque las bacterias y las células de la piel pertenecen a grupos vivos completamente distintos; tal vez porque el mecanismo no tiene nada que ver con la "energía" de la luz; o, simplemente, tal vez porque estamos mejor adaptados. Nadie lo sabe, pero no hay evidencia alguna que sustente la eficacia, la validez o la necesidad de un protector contra este tipo de luz.
Es más, los estudios realizados con respecto a la protección ocular, que han comprobado los posibles daños que podría ocasionar la luz azul en la mácula y retina, han comprobado que ¡no se produce! En otras palabras, como ya se dijo en su momento, hablando de los filtros de luz azul para los ojos, no hay ninguna razón para pensar en su potencial dañino sobre el ojo humano y, aún menos, sobre la piel humana. Pero vayamos aún más allá.
¿Aún así quieres protegerte de la luz azul? No necesitas una crema
Demos por buena la premisa: la luz azul daña nuestra piel. ¿Qué podemos hacer para protegernos? ¿Debemos comprar una cara crema cosmética para hacerlo? Mejor usemos un truco muy, muy sencillo: cambiemos el color de la pantalla del móvil. Sí, efectivamente, aunque la mezcla de colores emplea la luz azul, existen programas y opciones especiales en los móviles que cambian de forma efectiva estos tonos.
También podemos rebajar la intensidad de los dispositivos. Con ambas soluciones no tendríamos que tener problema alguno. Pero, si aún así no nos convence, todavía podemos optar por otra opción más económica que las cremas con filtro de luz azul: el protector solar. Si esta es capaz de proteger efectivamente contra una radiación mucho más energética, podemos asegurar que también lo hará con la "dañina" luz azul.
Pero ya que estamos, ¿por qué no usar nuestros móviles y tablets para permanecer morenos todo el año? Recordemos que el exceso de radiación, que es lo que produce daño en nuestra piel, se manifiesta con la segregación de melanina. Por el momento no existe ninguna empresa dedicada a los "solarium móviles" hasta donde llega nuestro conocimiento. Aunque, quién sabe, visto lo visto, puede que sea un negocio en ciernes.
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