Cuando hablamos de yoga, como actividad física, nos topamos con un ejercicio integral que permite mantenernos activos y gestionar el estrés de forma efectiva. La cuestión es puramente fisiológica, huelga decir.
Vamos a echar un vistazo a las razones que hay detrás de estos efectos, así como algunas estrategias para emplear este ejercicio para mejorar nuestro estado psicológico y el nivel de estrés que sufrimos.
El yoga es efectivo para prevenir el estrés
A pesar de la falta de datos fehacientes en ciertos puntos, el yoga ha demostrado ser efectivo a la hora de gestionar el estrés y la ansiedad. Varios estudios han comprobado, en la última década, su utilidad como herramienta. La relación del estrés con el dolor y la ansiedad son muy importantes en esta cuestión. Según los resultados, el yoga ayuda a cambiar el foco de atención así como a mitigar físicamente la sensación de dolor.
Por otro lado, sabemos que practicar yoga ayuda a reducir los indicadores típicos del estrés, como el cortisol, la hormona asociada a esta disposición emocional. Algunos estudios recientes han comprobado que el yoga es una medida efectiva para reducir los niveles de ansiedad. También se ha comprobado que esta práctica puede ayudar contra la depresión.
Un estudio de 2007 en pacientes que estaban tomando medicamentos antidepresivos, pero que estaban en remisión parcial, mostró reducciones significativas en depresión, ira, ansiedad y síntomas neuróticos. El estudio apoya el potencial del yoga como tratamiento complementario de la depresión. En definitiva, existen varias razones para pensar que el yoga puede resultar una herramienta útil y efectiva para tratar algunos de estos problemas.
¿De dónde vienen los beneficios del yoga?
Como ya hemos dicho, existen evidencias limitadas por lo que es difícil comprender por qué el yoga presenta los resultados que presenta. Sin embargo, podemos tratar de lanzar algunas hipótesis que concuerden con lo que sabemos sobre el estrés, la fisiología y el ejercicio. En primer lugar, empecemos por los beneficios indirectos: el yoga ha demostrado ser eficaz a la hora de gestionar el sobrepeso y la obesidad.
Esto no se debe al yoga sino al concepto, al cambio de rutinas y actividad que supone. Al reducir el estrés y aumentar la predisposición por los hábitos saludables, nos topamos con unos efectos positivos sobre el peso de quienes lo practican. A su vez, estas consecuencias se vuelven razones para vivir con menos estrés, promoviendo un ciclo beneficioso.
Por otro lado, practicar yoga consta de otros fenómenos psicológicos y fisiológicos comunes a otros deportes. Entre los primeros, por supuesto, encontramos la rutina y la disciplina. Estas dos son esenciales para romper la sensación de bloqueo a la que se enfrenta una persona con ansiedad, y son muy efectivas para sortear el estrés. Este efecto psicológico se asienta mejor gracias al fisiológico.
Nuestro cerebro tiene una serie de mecanismos neuronales para fijar conductas que son positivas y contrarrestar otras negativas. Así, los procesos relacionados con el estrés y la ansiedad implican todo tipo de hormonas y moléculas encargadas de controlar la respuesta corporal: adrenalina, noradrenalina, hormonas andrógenas, glucocorticoides... Estas se producen como consecuencia de una situación que identificamos como una amenaza. Por el contrario, como ocurre con el ejercicio y el yoga, cuando realizamos ciertos esfuerzos, nuestro cuerpo fija cierta sensación de recompensa segregando hormonas como las endorfinas, que nos ayudan a repetir el comportamiento.
Cómo usar el yoga para combatir el estrés
Si resumimos mucho la cuestión, podemos decir que practicar yoga de manera regular es la fórmula adecuada para que nos ayude a combatir la ansiedad y el estrés. ¿Por qué? Porque supondrá realizar ejercicio físico de manera regular y una predisposición al mismo. Pero vayamos un poco más allá. Si jamás lo hemos practicado, una buena manera de comenzar es con algo de instrucción. Si no queremos ir a un gimnasio, Pocket Yoga, por ejemplo, puede ser una buena manera de hacerlo.
En realidad no hace falta mucho equipo para poder practicar yoga, así que en ese sentido lo tenemos relativamente fácil. Una vez que nos decidamos, podemos escoger las posturas que más nos interesen. Para complementar tu entrenamiento, por ejemplo, podemos optar por estas siete que están destinadas a mantener nuestra flexibilidad. El esfuerzo que suponen, sin ser muy elevado, servirá para promover los beneficios de los que hablábamos.
Si lo que queremos es practicarlo con una mera intención relajante, estas otras posturas son lo que buscamos. Trabajan mucho la disposición corporal y la respiración (como todo el yoga) con la intención de buscar la distensión muscular y mental. Para comenzar de cero tenemos otra opción con estas nueve posturas con las que iniciarte. Y es que, lo mejor del yoga es que podemos escoger lo que más necesitemos o queramos en cada momento.
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