Emil Zatopek fue, en su día, el mejor fondista de la historia. Hoy todavía se le considera un auténtico mito del atletismo. Este atleta checo triunfó en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948 y de Helsinki en 1940, donde llegó a ganar el oro en los 5.000 metros, en los 10.000 metros y en la maratón.
Los entrenamientos de Zatopek eran brutales. Según él, los entrenamientos a ritmo lento no servían de mucho: para correr rápido, hay que entrenar rápido. En uno de sus ciclos de entrenamiento para los Juegos, llegó a hacer durante díez días seguidos 60 series de 400 metros, ahí es nada.
Incluso llegaba a hacer entrenamientos de 100 series de 400 metros para preparar las maratones. Él quería correr rápido, así que entrenaba corriendo rápido y el método interválico era perfecto, porque además de mejorar la velocidad, también mejoraba la resistencia al meter tal volumen en series.
Está claro que solo un gran atleta puede soportar estas cargas de entrenamiento. Cualquier corredor popular que intente emular a Zatopek caería rápidamente en sobreentrenamiento o lesión por sobrecarga.
Ahora, cada vez que salgas a entrenar, vayas por la quinta serie y pienses que estás cansado, piensa en Zatopek, a él todavía le quedarían unas cuantas...
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Imagen | Wikimedia Commons
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