Estamos entrando en temporadas de carreras y aquellos que participan en maratones y medias llevan ya semanas entrenando. Y es que, si algo tiene la preparación de una carrera es que requieren de tiempo, esfuerzo y dedicación.
Sin embargo, los imprevistos ocurren, y más cuando se trata de nuestro cuerpo y de someterlo a mucha carga. Por ello, puede ocurrir que nos encontremos unas semanas antes de la carrera con que nos hemos lesionado y no vamos a poder participar. ¿Y ahora qué? Cómo me enfrento a esta situación y me preparo para próximos retos.
La suma de la lesión y el no poder participar en la carrera
Los deportistas saben que la posibilidad de lesionarse entra en lo esperable a lo largo de su carrera. Esto no quiere decir que cuando ocurre no sea un disgusto enorme y nos pueda provocar tristeza y frustración. Cuando, además, esta lesión coincide poco tiempo antes de una carrera que llevamos semanas preparando, con todo el esfuerzo que hemos invertido y las expectativas que ponemos en ellas, podemos entender completamente el disgusto que supone y cómo puede afectarnos.
En estos casos, es posible que sea recomendable buscar ayuda de un profesional de la psicología deportiva que pueda ayudarnos a manejar las emociones negativas y las consecuencias psicológicas. Y es que el primer paso es aceptar la lesión y saber que, posiblemente, va a afectarnos psicológicamente.
Es importante que tengamos esto claro y que nos lo permitamos sin juzgarnos ya que es absolutamente normal, no tiene nada de raro ni es grave, ni estamos equivocados por sentirnos mal. Además, la aceptación prevendrá que la frustración, la tristeza y las ganas de volver a correr pueden llevarnos a tomar decisiones precipitadas - como forzarnos para intentar poder correr la prueba que hemos estado preparando - y acabar agravando la lesión, alargándola o cronificándola. Por ello, la psicología deportiva plantea algunas medidas que podemos poner en marcha y que nos ayudarán.
Una de las técnicas más utilizadas para ayudarnos en estos casos, y que podemos poner en práctica por nuestra cuenta, son las técnicas de relajación - como la relajación de Jacobson o técnicas de respiración -. Además, también podemos usar otras técnicas como la verbalización positiva - reformular positivamente nuestros pensamientos, buscar lo positivo de la situación, etc. -, así como no tener miedo a pedir ayuda.
La importancia de replantearnos nuevas metas
Cada uno de nosotros reaccionamos de una manera diferente a este tipo de lesiones y situaciones. Es posible que algunas personas se sientan desesperanzados y decidan no volver a preparar ninguna prueba más y otras, por el contrario, estarán pensando durante la lesión en todas las carreras en las que van a participar en cuanto se recuperen.
Parte importante de la recuperación psicológica de la lesión, pasa por cómo nos planteamos las metas futuras. Para ello, la base es marcarnos objetivos realistas. Ser conscientes de cuánto vamos a tardar en recuperarnos físicamente, cuánto vamos a tardar en poder comenzar a entrenar y, una vez que lo hagamos, cuánto tardaremos - sin sobrecargarnos - en tener un estado físico adecuado que nos permita participar en carreras.
A partir de ahí podemos plantearnos las metas lo más realistas posibles - ni minimizando nuestras posibilidades ni sobredimensionándolas -. De esta manera no nos frustraremos ni por no intentarlo, ni por ponernos objetivos demasiado altos como para llegar a ellos. Si tenemos metas muy ambiciosas, podemos ir dividiéndolas en algunas más asequibles y realistas.
Y mientras me recupero, ¿qué?
La teoría es muy bonita, pero la realidad es que, seguramente, durante la recuperación caigamos varias veces en la impaciencia y un poco en la desesperación por no poder correr inmediatamente. Planificar nuevos retos puede ser una manera de ayudarnos, ya que comenzaremos a motivarnos para futuros logros, pero es importante que seamos realistas para evitarnos caer en dicha desesperación y la frustración.
Además de esto, es importante que acudamos a un fisioterapeuta y que prestemos atención a lo que tanto él como nuestro médico nos indican en cuanto a nuestra recuperación. Ambos nos indicarán cuando podemos empezar a movernos y de qué maneras. Empezar a hacer algunas actividades cuando podamos - sin forzar - nos ayudará a sentir que vamos avanzando y a distraernos.
Además, podemos ir trabajando en otros aspectos de nuestra vida como deportista que nos ayudarán a ser mejores corredores. Y es que, aunque no podamos correr, sí que hay algunas cosas que podemos hacer: aprender a mejorar nuestra alimentación buscando, por ejemplo, ayuda de un nutricionista, cuidando especialmente nuestros pies, buscando ayuda profesional para trabajar nuestra postura corriendo e informándonos de la teoría que solemos dejar de lado pero puede ser de gran ayuda, etc.
Incluso lesionados podemos conseguir ser mejores deportistas y estar más preparados para la próxima carrera que sí podamos enfrentar.
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